El cierre durante unos días de la Costa d'en Brossa ha supuesto un transtorno para esa vía natural que discurre desde el Born a Cort a través de Sant Nicolau. Este paso angosto, con sus escaleras de diseño extraño, constituye el acceso natural para comunicar la parte baja de la ciudad con la elevada. Ni los vecinos ni los peatones han podido transitar estos días por ese pequeño rincón de la Palma antigua, donde por cierto se aspiran los perfumes fresquísimos de una tienda de jabones.

Pero en compensación por tal molestia, estoy seguro de que muchos viandantes han descubierto el Carrer de Can Pisà. Que es el callejón oscuro y un poco tenebroso que tiene forma de ele, y saliendo del pas del Quint conduce hasta la Costa de Sant Domingo.

Esta calleja parece haberse perdido en el tiempo. Su trazado en forma quebrada hace que cuando penetres en ella desde el Pas del Quint, te asalten todo tipo de inquietudes. Porque no sabes por dónde te metes. Parece un dibujo de aquellos chistes de los años 50 con un callejón y un ladrón con antifaz y camiseta a rayas esperando.

Después de la esquina, subes por un segundo tramo con varios locales ya cerrados. Que nos hablan de tiempos en los que esta pequeña "Costanilla de Pizá", como propuso Quadrado que se llamase, debía de estar más alegre y frecuentada.

He buscado en el Zaforteza Musoles, donde se brindan unos pocos datos. "Antiguamente se la ha conocido con los nombres de Travessa del Pas d'en Quint y Carrer des forn des Clot". El horno en cuestión, según se explica en una documentación del siglo XVIII, se encontraba muy cerca de ese callejón. También revela el gran cronista de Palma que "toma el nombre de Pizá de la casa de esa familia, que es la señalada con el número 3 de la calle Brossa, que linda con esta calleja en toda su parte izquierda, entrando por la de Quint".

Dentro del catálogo de callejones de Palma, esté de Can Pisà podría ocupar un lugar señalado. Tiene todos los elementos de una película expresionista: las farolas, ventanas cerradas, una cuesta, juego de planos, sombras y luces ajedrezadas.

Por unos días, los ciudadanos lo han convertido en lugar de paso. Y te cruzas con otros peatones. Cosa que hasta hace poco era bastante infrecuente. Tal vez algunos de ellos repitan y vuelvan al "carreró", cuando el paso de la Costa den Brossa vuelva a abrirse.