En los planos más antiguos de Palma ya aparecen los molinos de es Jonquet. En el de Antoni Garau de 1644 hay tres. En la pintura anónima del Ayuntamiento de la misma época cuatro. En el siglo XVIII aparecen entre siete y nueve en los mapas atribuidos a Gerónimo Cànobes o los firmados por Juan Ballester o Simon Poulet. En los primeros años del siglo XIX se cuentan siete en los de Reynaud, Lorenzo M. Muntaner o Brockhaus. En resumen, los molinos de es Jonquet siempre o, para ser más precisos, casi siempre han estado ahí. Sobre un frágil balcón que antiguamente daba directamente al mar, del que fue separado por el paseo Marítimo.

Uno de los ejemplares de la colección Palma, ciutat educativa nos ilustra sobre los siete molinos de los que existe constancia documental. En la actualidad sólo cinco siguen en pie.

El más alejado de las murallas es el d´en Garleta, fue habitado hasta 1993 y en 2005 fue dedicado a museo. El segundo es el de Nom de Déu, también rehabilitado y reconvertido en centro cultural. El tercero ya no existe; era el d´en Toni Trossos. Los tres siguientes, el d´en Carreres, el de sa Garriguera y el d´en Celos, han sido utilizados en diversas etapas como salas de fiesta y su estado es precario. El más cercano a la ciudad antigua, el d´en Moll, fue derribado en noviembre de 1975. Diario de Mallorca lamentaba entonces la "pérdida de patrimonio".

Han sido protagonistas de la supervivencia de la ciudad, la han alimentado, han sufrido terremotos y borrascas. Han sido molinos de película en Jack, el Negro. Vivieron su decadencia y una ligera recuperación con la llegada del turismo que, eliminado el molinar de Llevant, los convirtió en una de las postales de Palma. Sin embargo, se ha dejado degradar la zona hasta límites intolerables. Se han lanzado advertencias vacuas e inútiles a los propietarios de los que están semiderruidos. Se ha perpetuado durante décadas la situación de provisionalidad del talud, consolidado con muros de hormigón que ofendían el buen gusto. Ahora se pretende encorsetar las aspas de los molinos entre centros comerciales, viviendas y aparcamientos.

Por historia, por imagen, por ser uno de los barrios con carácter que quedan... es Jonquet merece ser salvado. No una salvación oportunista. No la de unos vecinos personalmente afectados. Debe ser una preservación inteligente y auténtica, que se acuerde de sus molinos varias veces centenarios.