Amnesia

Jacqueline Cardell Calafat

Últimamente estoy preocupada por la salud mental de nuestra clase política. La epidemia empezó con Ana Mato, luego se contagió Cristina de Borbón, y ahora Dolores de Cospedal. Ya sé que la toga impone, pero ¿hasta el punto de perder la memoria? «No sé, no me acuerdo», es el leitmotiv de estas tres señoras cuando declaran ante un juez.

Fuera del ámbito judicial, la plaga de la desmemorización también se expande: Felipe González y Alfonso Guerra se olvidan de que fueron socialistas y ahora sus discursos se parecen a los del PP. José María Aznar tampoco se acuerda que su gobierno negociaba con ETA en Suiza (¡qué casualidad! al fin consenso). Irene Montero se olvida que, en 2022, trataba de tránsfuga a una diputada de Podemos que se pasó al grupo mixto y ahora ¿no traicionan a sus votantes los 5 diputados de Podemos que se van a pasar a este mismo grupo?

 Pedro Sánchez, por su parte, nos aseguraba, hace poco, que la amnistía no era constitucional y que nos traería a Puigdemont esposado.

Para ser justa, Sánchez no ha olvidado lo que decía, simplemente nos asegura que las circunstancias le han hecho cambiar de opinión. Hombre, 6 votos necesarios para una investidura son una razón de peso para cambiar de opinión. 

La ciudadanía no ha perdido la memoria y si quieren que no nos desentendamos de la política y no aumente la abstención, por favor, sean coherentes y no nos falten al respecto.