Opinión

Coctail con resaca

Pablo Iglesias.

Pablo Iglesias. / Pere Joan oliver

Al miserable acoso padecido por Pablo Iglesias Turrión & familia al empezar a deslizarse cuesta abajo por la pendiente política, sigue ahora lo ocurrido en su nuevo negocio Taberna Garibaldi, en Lavapiés, vandalizado al parecer tras ser advertido por un grupúsculo anarquista de que retirara de la carta el coctail Durruti Dry Martin. La figura de Durruti es tremenda (aquí, varias acepciones), y aunque en su debe hay algún desmán enorme, en su haber abunda generosa altura heroica. Es verdad que una de las mejores bandas contraculturales británicas, The Durruti Column, había tomado su nombre en un homenaje con algo de ludita, pero un coctail Durruti, servido a quienes tienen «un whisky en la mano y la cabeza en La Habana» (como cantaba el excelente periodista y cantautor Manuel Fernández) ya se subía a la cabeza tanto como a Iglesias se le había subido el poder, cuando lo tuvo.

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