Tribuna

¿Qué es un agricultor o agricultora profesional?

Fernando Fernández Such

Fernando Fernández Such

Hace años asistí a una ponencia de mi siempre genial amigo Jaime Izquierdo sobre «paisaje y paisanaje». Con la primera imagen de un pastor de alta montaña en los Picos de Europa, explicaba cómo este pastor acumulaba a sus espaldas los saberes de más de 150 certificados de profesionalidad: desde auxiliar veterinario, herrero, quesero o mecánico. Hace algunas décadas, un payés profesional era aquel que manejaba su explotación agraria o ganadera con diligencia y cuidado; que sabía cómo producir buenos tomates, sandías, o melones; que tenía sus almendros u oliveras con buena producción y perfectamente podadas y labradas, y sus porcellas o corderos eran muy valorados por los comerciantes que, por ello, siempre le respetaban el precio. En esto más o menos consistía la profesionalidad en el campo. La añoranza por esta forma de entender la profesión surge en cada debate, pero me temo que es imposible volver a este tiempo.

Paralelamente, el término de agricultor o agricultora profesional se ha construido a lo largo de los años desde la política y la legislación agraria. La verdad sea dicha que, en este camino, hemos generado bastante lío al paisanaje. Hoy tenemos términos diversos con los que abarcar el concepto de profesionalidad. La semana pasada sin ir más lejos, tuve que llamar al titular de una explotación ganadera que, por haber cumplido los 65 años, y a pesar de no estar jubilado y seguir cotizando como autónomo, le hemos tenido que retirar la calificación de explotación prioritaria. La ley 19/95 de 4 de julio de Modernización de las Explotaciones Agrarias es la que marca estos conceptos. Esta ley define como «agricultor profesional» a la persona física que es titular de una explotación agraria y que al menos, el 50 % de su renta la obtiene de actividades agrarias u otras actividades complementarias, pero siempre que al menos un 25% de su renta total venga de la producción agraria o ganadera y el tiempo de empleo dedicado a actividades agrarias o complementarias sea igual o superior a la mitad de una Unidad de Trabajo Agrario. Este término se corresponde con los que en algunas medidas de desarrollo rural llamamos «Agricultores No Pluriactivos». Por otra parte, los «Agricultores a Tiempo Parcial» o «Agricultores Pluriactivos» serían las personas físicas que, siendo titulares de una explotación agraria, dedican no menos de la quinta parte ni más de la mitad de su tiempo total de trabajo, a la actividad agraria. «Los Agricultores Prioritarios» son una categoría específica que, además de ser agricultores profesionales, deben tener ingresos entre el 35% y 120% de la renta agraria media nacional, tienen entre 18 y 65 años, demuestran capacitación profesional y están dados de alta en la seguridad social agraria.

Pero la complejidad de la profesión de agricultor o agricultora no acaba aquí. En los últimos años la sociedad es cada vez más exigente con los agricultores. Además de manejar su explotación con buena diligencia productiva como antaño, de llevar su contabilidad de forma escrupulosa y de ser un ágil y astuto comerciante, al agricultor le pedimos tener los «conocimientos legales» para entender la amplia normativa; ser un «gestor responsable de residuos» y de cada residuo con sus especificidades; le pedimos ser un «concienciado gestor ambiental» que conoce del cálculo de las emisiones que se generan con su actividad. Tener nociones de química orgánica para elaborar los planes de fertilización y nociones de etología para cumplir con los estándares de bienestar animal. Todo ello sin menoscabo del correcto manejo de herramientas y aplicaciones digitales. No pretendo trivializar. Tampoco pretendo justificar. Al margen de la empatía que pueda sentir con el sector, no es mi papel quejarme de todo ello o sirve de poco darles la razón. Tampoco llamar a la disidencia legal. Me temo que esto es lo que hay. Será mejor encontrar el camino para hacer de la necesidad virtud y poner el esfuerzo en convencer al sector y, sobre todo a los jóvenes que, en este camino, hay oportunidades y una profesión llena de saberes y aprendizajes.