Amadeu Hurtado

Àlex Volney

Àlex Volney

Un librero atiende compromisos. Deja pocas veces la librería al año, pero fuera de ella siempre siguen ocurriendo cosas en el mismo marco mental. El otoño de hace un par de años, una noche, caminando por la arena de la playa de L’Escala encontré una joya del mismo autor de las memorias Quaranta anys d’advocat: història del meu temps, un testimoni inestimable de la vida pública entre 1894 i 1936, era un prestigioso abogado que participó intensamente en la política catalana. Parece ser que su otra gran pasión era el periodismo. Fundó, en 1929, el semanario Mirador, donde colaboraron Eugeni Xammar, Carles Soldevila, Josep Pla i Josep M. de Sagarra, entre muchos otros. Un espíritu libre e independiente, un personaje acérrimo partidario del pacto y de la transacción, esa manera de ser tan nuestra, hoy puesta tanto en cuestión. Precisamente ahí andaba tirado ese ejemplar de Abans del sis d’octubre su precioso Dietari imprescindible para entender esos años, también los que han venido después y los que seguirán. En esa feria liberaban libros por las calles, en las plazas e incluso muy cerca de las olas.

Como periodista reorganizó La Publicitat, El liberal y El Heraldo de Madrid. Acabaría exiliado, el 1939, en Francia. Amadeu Hurtado i Miró había sido elegido, en las elecciones generales de 1931, diputado en la circunscripción de Barcelona por ERC. En su raíz republicana y federalista encarnaba una rama liberal en una de las tantísimas almas de Esquerra. Había defendido, ante el Tribunal de Garantías Constitucionales, la Llei de Contractes de Conreu aprobada por el Parlament de Catalunya y que el Gobierno de la República, bajo presión, había recurrido. El contenido del dietario da testimonio de la degradación del clima político y de la futura deriva que iba a tomar en cuestión de meses y pocos años. El pleito pudo haber tirado adelante con pocos pactos, pero se puso en manos de la crispación el futuro más inmediato de todos los ciudadanos. Finalmente de forma trágica y dramática para la mitad de la población en su conjunto.

El dietario transcurre entre mayo y septiembre de 1934. En el capítulo que corresponde al domingo nueve de septiembre, Hurtado comenta la inédita repercusión de los hechos en la prensa escrita de los periódicos locales. La actitud del pueblo de Madrid causó sensación y sorpresa. El pueblo de Madrid había declarado la huelga general de veinticuatro horas contra la elitista asamblea de unos prohombres catalanes que desprestigiaban, calumniaban y hablaban mal del gobierno autónomo de Catalunya. La huelga fue un éxito por la total adhesión de la clase obrera de la capital matritense con gran excitación pues se sucedieron graves incidentes con el resultado de diversos heridos y seis muertos. Un caso único en la historia de la lucha popular y relatado por un liberal catalán que sostuvo que la «LLei de Conreus» transcendió al pueblo madrileño como una lucha entre derechas e izquierdas y «ve a confirmar el que hem dit moltes vegades, o sigui, que no és l’acció dels partits, sinó les reaccions de l’esperit del públic les que decideixen els destins dels pobles».

Con la joya bajo el brazo anduve dirección norte por la orilla hasta llegar a Empúries, auténtico templo de pactos y transacciones varias a lo largo de más de dos milenios. Lo había encontrado en la playa, al límite de su destrucción, y en ocasión de la Vila del Llibre. La marea iba en ascenso (algún lumbreras había decidido someterlo a lo peor) y rescaté este premio, cargado de advertencias y lucidez , que luego con la primera luz del día en el Golf de Roses resultó, además de interesante, cada vez más y más vigente. El mar ya encalmado y el placer de su contemplación. Reposo y unas horas de lectura profunda. Reflexión.

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