Tribuna

El Leviathan de Aina Bauzà Roig

Aina Bauzà Roig posa con un velero.

Aina Bauzà Roig posa con un velero. / EFE

Jaume Pla Forteza

Jaume Pla Forteza

Le quedaba más de una década por nacer, a Aina Bauzà Roig, cuando me entretenía con la novela El cazador de barcos. Aún recuerdo las dificultades que me representaban los tecnicismos referidos a la navegación a vela con los que Justin Scott ilustraba su obra, en la cual narraba la desigual lucha de un hombre contra el malvado capitán del petrolero Leviathan. Recientemente, ya transcurridas cuatro décadas —indirectamente— Aina hizo reverdecer mi ignorancia al preguntarle cuantas velas posee su «fórmula uno» acuático de clase Mini: «Redó By Ànima Negra». Seis lonas que, desplegadas, conforman unos 150 m² de velamen, contestó. Y cuando incidí: ¿puedes desplegarlas todas a la vez?, imaginé, dado que la conversación telefónica no me permitió ver su expresión, que debió sonreír al contestarme: —No, como máximo ciento y poco de metros cuadrados simultáneos.

La cuestión es que la regatista de élite se ha visto obligada a aplazar la consecución de uno de sus sueños: competir en la regata Mini Transat 2023. Esta prueba extrema consiste en atravesar el Océano Atlántico haciendo una única escala, en un velero de poco más de seis metros de eslora, en solitario y sin asistencia física o tecnológica ni comodidad alguna. 4.050 millas entre el sur de Francia y el Caribe, que intentarán culminar noventa embarcaciones tras obtener un lugar en la línea de salida, por cuya plaza han tenido que pugnar a base de sumar millas náuticas en regatas previas. La prueba posee muchos indicadores de su dureza; dormir 4 o 5 horas diarias en periodos de 20 minutos es solamente uno de ellos. El pasado año hasta cien naves se clasificaron, mientras que en el presente el plantel se ha reducido a noventa y Aina aparece en la posición 93, por tanto, no se ha clasificado para tomar la salida. El número 93 —de momento— es su particular Leviathan.

Ella ha hecho algo más que prepararse y competir para alcanzar esa impresionante, aunque insuficiente, posición. Ha «construido» su barco, y podríamos decir que durante un par de años ha vivido por y para él. Para alumbrarlo, junto a su amiga Victoria Guillem, embarcó la furgoneta de nueve plazas en el puerto de Palma, fue hasta Polonia y recogió su «Redó-AN2». Adquirió, a su vez, un remolque, y con el barco cargado atravesó Europa en sentido contrario. Ya en Barcelona, lo equipó por completo y lo vistió, luciendo espectacular. Solo ese periplo ya merece un reconocimiento. Doce metros de longitud y tres de anchura son las medidas de su vehículo articulado, que la hacían temer al superar cada una de las cabinas en los peajes de las autopistas. Era una incógnita, saber si cabría su voluminoso cargamento en los estrechos pasillos. La imposibilidad de acceder con normalidad a las poblaciones llegaba hasta el límite de tener que dormir en la furgoneta, al no poder abandonar su preciado «misil». Botar el barco, navegar, competir, desvararlo, reparar, amarrar, acomodarlo en el remolque y dirigirse por tierra a otra regata para seguir sumando millas… 8.000 kilómetros por tierra y 6.000 millas alcanzadas en 13 regatas marinas son sus credenciales. En una de las etapas de la regata Calvados Cup, capeando el temporal con vientos superiores a los 30 nudos cruzó la meta en solitario, sin haberse percatado de la suspensión de la misma por la dureza del temporal... Por tan solo tres plazas no ha conseguido su dorsal en la Mini Transat 2023. El golpe ha sido duro. Pese a haber superado lo que Aina define como el 80% de dificultad (llegar a la línea de salida), no podrá culminar su proyecto. Ahora hasta el día 24 de septiembre queda en la lista de espera por si hubiera alguna cancelación de última hora.

En una conversación presencial le formulé otra pregunta: —¿Contemplas la posibilidad de no clasificarte? ¿Tienes alternativa, de ser así? —Cruzaré el Atlántico igualmente, respondieron sus veintiocho firmes años con una sonrisa. Ella reparará sin duda esa «vía de agua», estoy convencido: le quedan muchos proyectos por afrontar y tiene la capacidad y fortaleza necesaria para ello.