Análisis

El PSOE impide al PP acceder al Gobierno de España

Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer, ha conseguido lo que parecía inalcanzable: bloquear el acceso de las derechas al poder neutralizando a Alberto Núñez Feijóo

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se dan la mano.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se dan la mano. / JUANJO MARTÍN/EFE

José Jaume

José Jaume

Las elecciones las ha ganado el PP de Alberto Núñez Feijóo por la mínima. La consecuencia, la derecha ve bloqueado su acceso al poder. Al PP no les basta el concurso de Vox. No llega a los 176 diputados. Solo el actual presidente del Gobierno está en condiciones de intentar una enrevesada y dificilísima investidura, tan complicada que aparece en lontananza el fantasma de la repetición de elecciones allá hacia noviembre. Hay endiablada aritmética parlamentaria. ¿Cómo puede el PSOE armar mayoría que permita a Pedro Sánchezobtener la investidura? Requiere el respaldo de ERC, que se ha dado otro fenomenal costalazo, nada menos que de Junts, Bildu, PNV, los nacionalistas gallegos, los progresistas canarios y es posible que todavía no basten. El bloqueo es expectativa plausible: no hay mimbres para ensayar la hipotética gran coalición PP-PSOE, ajena al discurrir político español, ni que los socialistas obtengan la abstención del PP o éste la socialista. El fracaso de las encuestas es abrumador, absoluto; para mayor calvario de la galaxia mediática de la derecha, nutrida, beligerante, tener que aceptar que el CIS de Tezanos se ha aproximado al resultado es de imposible digestión.

¿Cómo puede articularse factible mayoría gubernamental? La aritmética parlamentaria que sale de las elecciones es endiablada, tan enrevesada que la situación de bloqueo es, insistamos, la más factible, salvo que Pedro Sánchez protagonice nueva resurrección, similar a la de cuando fue expulsado por los suyos de la secretaría general del PSOE. Asistir a la investidura de Sánchez se antoja no diremos que quimera, pero sí parecida a la de los trabajos de Hércules.

Al tiempo, ¿qué futuro le aguarda a Feijóo? Si vamos a elecciones en noviembre no se le moverá la silla, no le invitarán a irse de manera más educada que la despachada para desembarazarse de Pablo Casado; si Sánchez forma Gobierno, el gallego desaparecerá de escena, no se lo tendrán que repetir, hará rápido mutis por el foro.

¿A qué se ha debido el fracaso de las expectativas del PP? Una respuesta puede ser la de los pactos con Vox, partido fascista, después de las elecciones del 28 de mayo. Mal explicados. Peor gestionados. Además, lo ocurrido complicará la gobernabilidad de las comunidades autónomas en las que PP y Vox han establecido coalición. Si Vox ha visto cómo se le han cerrado las puertas del acceso al Gobierno nacional, es lógico colegir que se dedicará a hacerle la vida imposible al PP, tensando a diario la vida política en Extremadura, Valencia, Castilla y León y en Balears, donde a Prohens le aguarda tesitura para la que se requieren hechuras políticas de las que carece, que hasta el momento no ha exhibido. Lo que suceda en Aragón y Murcia, donde todavía no hay acuerdos, está por ver.

Volvamos a Núñez Feijóo: hará el ejercicio de solicitar al PSOE que le deje formar gobierno al encabezar la candidatura más votada. Será fútil ejercicio de impotencia, de desespero. No será presidente del Gobierno. No sabemos si lo será Sánchez, pero existe la certeza de que el Congreso de los Diputados no investirá a Feijóo. Paga el precio de una campaña electoral trufada de mentiras e insultos gratuitos. Con ello derivamos a Sánchez y la única posibilidad de lograr la investidura: la abstención de Junts, la derecha independentista catalana que obedece a los designios de Puigdemont.

Las Españas siguen siendo imprevisibles, ¿quién anticipó que Sánchez conseguiría lo logrado? Queda el PSOE a punto porcentual del PP. Lo esencial: le deja, con sus 136 escaños, fuera de la ecuación para gobernar. Vox ha sido la tumba del PP. Devendrá en enredo permanente, máxime si nos adentramos en la espesa niebla de la repetición electoral, alternativa detestada por Felipe González reclamando la abstención del PSOE.

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