«No votaré a Feijóo. Es de izquierdas»

Martí Saballs

Martí Saballs

Conversé esta semana con un exquisito y educado financiero español, con apellido de relumbrón, hijo de, matrimoniado con una exquisita dama de la alta sociedad galaicomadrileña. Sus vástagos ya se codean con la alta sociedad internacional. Este señor viste traje y corbata colorida en plena canícula estival, ha vivido y trabajado en plazas internacionales, lector voraz de los libros más insólitos, cero religioso (por no decir nada), animador sublime en las tertulias de conocidos, saludados y amigos. Este caballero es un hábil polemista, gran preguntón y curioso, a quien le debo convencer de que en el colegio de mis hijos en Manresa no torturan a los niños que hablan castellano y que, por lo contrario, la chiquillada habla e intenta aprender todos los idiomas que les place, incluido el árabe y el rumano. Y que así sea, en aras de la pluralidad y la tolerancia.

«Es que a Feijóo no lo podré votar. Es de izquierdas. Un clásico socialdemócrata a quien le separa cero coma de los socialistas que ya representa el PSOE, aliados de comunistas». Estas sentencias le obligan a meditar seriamente sobre las trazas ideológicas que empañan España. «¿O sea que ahora resulta que defender a las familias con hijos y hablar de familia tradicional es ser ultraconservador? ¡Pues yo lo soy!». Ese caballero andante empezó entonces, sonrisa impertérrita que sugiere una fina ironía en la que nunca acabas de pensar qué dice en serio y qué en broma, a hablar de economía. «¿Pero qué política económica defiende Feijóo? Más subsidios, más gasto, ridículos incentivos para crear empresas... ¿Dónde están los liberales españoles?». A este caballero andante, con quien departí durante el aperitivo bajo un sol de justicia, tampoco le gusta el carácter del candidato del PP. «Tiene todos los defectos y ninguna de las virtudes de Mariano Rajoy. Será incapaz de realizar cualquier reforma estructural que necesita España. Lo dicho: un socialdemócrata. Será más de lo mismo o peor de lo mismo. (Silencio). Al menos, Pedro Sánchez no engaña a nadie. Es predecible».

Tras estas impresiones, 24 horas después llamé a una oreja del equipo de mandamases del PP para ver qué opinan de este comentario. Si lo consideran aislado, si es una boutade esnob o una tendencia creciente que puede poner en peligro las optimistas predicciones genovesas. En resumen, sin mencionarlo: Vox comerá más terreno al PP. Respuesta, lacónica: «Las elecciones se ganan en el centro». Faltaba señalar: «Y en el verano azul».

¿Qué es hoy el centro? ¿Es el mismo del que hablábamos hace 30 años? ¿Hablamos de centro económico, representado por las clases medias que sostienen las cuentas del Estado con sus impuestos? ¿Representan el centro unos ciudadanos que llegan a fin de mes con apuros, que aspiran a pasar unas vacaciones fuera de su casa 15 días al año, que quieren educar bien a sus hijos (si los tienen) y le dan cada vez más importancia a su salud? Para los sociólogos y analistos, las respuestas. Claro que el centro no lo representa el provocador caballero. Pero tampoco estoy seguro de que el análisis de ayer sirva para hoy. Solo quedan 23 días.

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