Excesos con aval municipal

Miguel Vicens

Miguel Vicens

Madrugada del lunes en la Colònia de Sant Jordi. 18 veleros fondeados entre el puerto y la playa de es Dolç celebran una fiesta loca con exceso de decibelios que se prolonga hasta las cinco, poniendo en riesgo su seguridad y el descanso de los residentes. Medianoche del miércoles en el Muelle de las Golondrinas de Palma. Por si no fuera suficiente con el ruido y las molestias de las obras del Paseo Marítimo durante el día, regresa un crucero turístico nocturno con atronadora música de DJ’s y copas para todos los asistentes que se olvida otra vez de la ordenanza antirruidos del puerto. Noche del miércoles y del jueves en el barrio de la plaza de toros, festival musical para turistas alemanes en el Coliseo Balear con atronador jolgorio y cánticos hasta casi la medianoche.

 ¿Qué tienen en común estos tres recientes episodios de ruidos y excesos? Que ninguna autoridad municipal o portuaria acudió en auxilio de los vecinos ni defendió su prioritario derecho al descanso, una circunstancia a la que, por otra parte, ya están acostumbrados. Es más, en el caso de la plaza de toros el Ayuntamiento de Palma defendió al día siguiente que el festival se celebró dentro de los límites establecidos, pese a los 80 decibelios que se registraron en algunos interiores de viviendas de los alrededores.

Exactamente igual que cuando en anteriores ocasiones se ha puesto del lado de los restauradores de Santa Catalina que se saltan las ordenanzas con total impunidad o mira hacia otro lado cada vez que los residentes de Son Armadans lamentan los excesos en sus calles y llevan las pruebas al pleno de Tan protegidos se sienten quienes incumplen que ya se atreven a amenazar a directamente a los vecinos y aconsejarles que se vayan del barrio, como denunció la asociación Barri Cívic de Santa Catalina en una conversación que ayer reprodujo en sus redes sociales y que excede ya todo límite tolerable.

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