PENSAMIENTOS

Munar se reencarna en Borrás o viceversa

Felipe Armendáriz

Felipe Armendáriz

Dicen que los españoles no sabemos de historia y por eso tropezamos siempre en la misma piedra. Es lo que le ha pasado a la presidenta del Parlament de Catalunya, Laura Borràs, que acaba de mutarse en la expresidenta de la Cámara autonómica de Balears, Maria Antònia Munar.

A estas alturas no sé muy bien si ha sido la líder de la extinta Unió Mallorquina la que se ha reencarnado en la dirigente de Junts per Catalunya o viceversa. Da igual.

El caso es que la política catalana está siguiendo los pasos de su homóloga mallorquina, senda que le va a llevar, seguramente, a la cárcel y al fin de su trayectoria pública.

El 16 de noviembre de 2009 (hace 23 años) la entonces presidenta del Parlament insular acudió a la sede del Tribunal de Justicia de Balears para declarar, como imputada, en el caso Can Domenge, paradigma de la corrupción político-empresarial. Nunca me olvidaré de lo guapa (como siempre) que iba Munar, de sus sonrisas y del beso que, en la puerta de Can Berga, dirigió a un grupito de compañeros de partido y seguidores que la arroparon y jalearon, cual heroína de novela barata. Parecía una estrella del cine. Acabó estrellada.

El pasado 10 de febrero Laura Borràs se presentó, imponente, en la sede del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya para ser juzgada por favorecer, con contratos fraccionados, a un amigo cuando era presidenta de la Institució de les Lletres Catalanes, una entidad pública para la promoción de la literatura catalana. La dirigente independentista fue recibida por unos 400 fans y compañeros, a quienes saludó, abrazó y lanzó besos. Igualito, igualito que en Mallorca.

El 21 de octubre de 2016 la expresidenta del Consell Insular de Mallorca fue condenada a 3 años de prisión, multa de 6 millones de euros y 8 años de inhabilitación por cobrar un soborno de la constructora que, en un concurso amañado, se adjudicó los codiciados solares de Can Domenge, la joya de la entidad insular. ¿Qué llevó en 2009 a Munar a aquel numerito de la puerta del Palacio de Justicia? ¿Se creía impune? ¿Se burlaba del tribunal? ¿Pensaba que la claque le iba a salvar de sus pecados?

Son preguntas sin respuesta. La exalcaldesa de Costitx guarda un prudente silencio desde que quedó libre, tras pasar largos años de cautiverio por sus múltiples delitos. El paso por prisión la avejentó, la consumió. Otro recuerdo imborrable es la primera vez que fue excarcelada para declarar en los juzgados de Vía Alemania. Llegó al patio del antiguo colegio de La Salle en un furgón policial, esposada, vestida de módulo carcelario y sin maquillar. Un poema, vamos.

Ha purgado sus desmanes. Espero que disfrute de su libertad: de hecho parece que ha acudido a alguna fiesta en honor de su antigua correligionaria Dolça Mulet.

Mientras tanto Laura Borràs, acorralada por las pruebas, se declara víctima de un juicio político por ser seguidora del incombustible Carles Puigdemont, el cobarde. «No es Justicia, es venganza», clamaron sus seguidores. La catalana está cometiendo los mismos errores que la mallorquina. No busca un remedio o alivio jurídico a su comprometida situación procesal y lanza cortinas de humo. La historia se repite.

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