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Alex Volney

Un clásico denostado

L’ Empordà como punto de partida de esa cultura universal no es tan conocido como parece. El núcleo más genuino de la antigua Marca es el mismo eje de la llamada Catalunya Vella. A la hora de hacer rodar este concepto y poder explicar el país, este también requiere ser vivido y conocerlo muy a fondo. No se basa solamente en construcciones mentales de chauvinistas adinerados. La llave de vuelta siempre había sido dedicar gran parte del tiempo a elogiar el territorio propio sin acabar de creérselo del todo. El viaje interior es siempre fructífero, sí, pero economizando la fantasía en sus leyendas y mitos más próximos, también en los universales más cercanos. Paseen por las Ruïnes d’Empúries y encontrarán prueba de ello. El país se concentra en sí mismo a la vez que el mundo pasa por él en un interminable drenaje cultural de ida y vuelta.

Se atribuye una gran importancia al tiempo atmosférico a la hora de configurar el carácter de sus gentes. Asociado al determinismo climático Carles Pi i Sunyer define la comarca: «L’Empordà sembla una Catalunya petita» con la combinación armoniosa de todos los elementos posibles: «Serralada pirinenca, la plana, la costa i les conques dels rius». El de Llofriu, por su lado, reafirma esta misma idea: «Els homes i les dones vivim immergits en climes determinats que decideixen la història, la manera d’ésser, la fatiga o l’audàcia personals». Casi nada. El insomnio me incita a leer, escribía el de la boina, que aseguraba que escribir un artículo le suponía dos tardes consecutivas y se veía condicionado a la fabulosa calma exterior que envolvía el mar en ese espeso silencio del latir de la naturaleza. Las variaciones del paisaje perfilan y diversifican los estados de ánimo de sus gentes. En la vida, ¿es mejor, o más eficiente, el que es del llano que el que es de la montaña? Esta cuestión merece una respuesta racional como lo es la manera de evolucionar en cada territorio.

El constante reelaborar la mirada sobre la plana ampurdanesa con el Canigó de fondo desde el Pedró de Pals, mirando hacia el norte, o a oriente con las Medes. Coger aliento ante la velocidad que iban cogiendo ciertos acontecimientos, en siglos pasados, y recalcular de nuevo el calibre de cualquier pequeña revolución.

Festo Avieno lo dictó así: «Rica y fértil tierra con miles de fuentes que saborosas refrescan. Los indigets, gente dura y feroz, son muy dados a la caza, acostumbrados a los montes y a los bosques». Para Josep Pella i Forgas la sardana vendría de una religión oriental y el léxico catalán para la ganadería…del sánscrito! La verdad es que el mito, en eterna evolución, de la sirena y el pastor pasa por la gracia de sus escépticos apasionados atribuyendo a la diosa Astarté el topónimo de l’Estartit. Esos variados feroces, con los siglos, llegarán a un Fabià Estapé o a un Ernest LLuch, ambos cubiertos de la siguiente y denostada pátina, ese fabuloso mundo que Pla quiso menospreciar en forma de «olor d’àcid úric federal».

De la patria ideal de Joan Maragall al más clásico renacimiento de la ampurdanesa de adopción Maria Àngels Anglada pasando por Verdaguer que marchó a Figueres de escondidas, sin que sus padres se enterasen, en la Semana Santa de 1860 escapando del seminario y volviendo contentísimo de haber conseguido ver, por primera vez, el baile de la sardana. Al más olvidado extremo oriental de la península que sería radiografiado, paso a paso, por Carles Bosch de la Trinxeria en las descripciones de sus excursiones. Había nacido en la llamada Catalunya Nord y heredando propiedades en ambos lados de «la ratlla» se acabaría instalando en la Jonquera. Clima, orografía… pátina. Bosch es el pionero de los excursionistas que escriben, un acérrimo conservador revertebrando el país. Desde el Pirineu Oriental observa la plana y apunta. La mirada, siguiendo el horizonte, pasaría del carlismo más rancio a un tapiz de pátina federalizante que acabaría, con el tiempo, derivando en democracia, republicanismo y amor por las nuevas transformaciones sociales. Un siglo atrás, en un rincón del continente europeo, se revolvía una corriente denostada y maquiavélicamente vaciada de contenido hoy, pero que puede que, visto lo visto, sea llena de pragmático contenido mañana.

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