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Ruth Ferrero

¿Qué quiere Putin?

Si el presidente ruso consigue controlar Ucrania, habrá mostrado la ineficacia de los instrumentos multilaterales existentes desde 1945 y estaremos a las puertas de un nuevo orden internacional

El presidente ruso, Vladimir Putin.

Una de las preguntas recurrentes durante las últimas semanas es: ¿qué es lo que quiere Putin? La respuesta corta sería que lo que quiere es impugnar la arquitectura de seguridad europea construida a sus espaldas desde el fin de la Guerra Fría y, para lograr esa impugnación, es imprescindible conseguir el control de Ucrania.

Si revisamos las declaraciones, discursos y artículos publicados por el presidente ruso durante los últimos años podremos observar que todos ellos están recorridos por el mismo hilo argumental. Un relato que se construye desde el final de la Guerra Fría, una guerra que perdió Moscú y ganó Occidente. Y es en esa derrota y en la forma de asumirla, y en esa victoria y la forma de ejercerla donde se encuentran las claves que nos permiten comprender el origen del conflicto. No es este el único conflicto, ni será el último que se articule sobre argumentos de carácter irredentista. El motor de la Segunda Guerra Mundial también fue el irredentismo que había provocado una derrota. Dosis de irredentismo y capacidades militares y un contexto de debilidad del adversario son la combinación perfecta para iniciar cualquier guerra. Y todas ellas están presentes en lo que se está observando estos días en Ucrania.

Una UE con interminables luchas intestinas, con estados que cuestionan la propia naturaleza del proyecto europeo abogando por democracias iliberales, y que recién comienza a ver la luz tras la pandemia; un Gobierno norteamericano muy débil, con una opinión pública dividida como nunca y una OTAN que se enfrenta a su enésima reconfiguración, a través de la puesta en marcha de un nuevo concepto estratégico que le permita seguir reinventándose para poder seguir existiendo en un contexto que ya no es el de la Guerra Fría. Ahora sí que el Kremlin tenía todos los ingredientes para lanzar un ataque con aires de revancha sobre un territorio que siempre ha considerado que debía encontrarse bajo la tutela rusa.

La síntesis de estos tres elementos, fuerza militar, coyuntura internacional y venganza, ha permitido a Putin poner contra las cuerdas a Ucrania, pero también a una comunidad occidental que todavía tiene que dar respuesta a dos cuestiones: la primera, una nueva guerra; la segunda, cómo y hasta dónde va a ser capaz de dar una respuesta contundente a Rusia.

Desde la OTAN y Washington ya avisan que no habrá intervención militar sobre el terreno, puesto que Ucrania no es miembro de la Alianza Atlántica. Sorprende la firmeza de esta posición, cuando la OTAN puede intervenir en caso de ser solicitado su apoyo por estados que no son miembros. Y sorprende más aún cuando fue la propia OTAN la que, en 2008, abrió la posibilidad de integrar a Ucrania en sus estructuras. Entonces, ¿quiere o no quiere la OTAN a Ucrania como miembro? Si la respuesta es positiva, ¿por qué no escucha la petición desesperada de Zelenski a sus aliados? Si la respuesta es negativa, ¿por qué no ha querido ceder a un estatuto de neutralidad para este país? La OTAN se reivindica como la única organización de seguridad y defensa existente y la única preparada para operar frente a otras potencias militares como la rusa. Dicen sus defensores que es la única herramienta disuasoria frente a Moscú, pero no parece que esté resultando de gran eficacia en el caso de Ucrania. Parece que Putin acierta al lanzar un ataque sobre un territorio que está efectivamente solo ante el peligro.

El resto de actores van a esgrimir la única arma de que disponen, que es la imposición de sanciones de mayor o menor intensidad. A la luz de las últimas noticias, estos paquetes sancionadores serán durísimos, pero no van a ser capaces de detener el avance ruso, ya que sus efectos no se verán más que en el medio y largo plazo. Putin y sus oligarcas también conocen estos instrumentos, ya que llevan bandeando con ellos desde hace años, y saben que antes de que llegue el impacto buscado por Occidente el territorio ucraniano ya se encontrará bajo su control.

Si Putin consigue el objetivo de controlar Ucrania, habrá conseguido mucho más que eso. Habrá conseguido mostrar la ineficacia de los instrumentos internacionales multilaterales existentes hasta ahora y desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y estaremos a las puertas de un nuevo orden internacional.

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