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Monti Galmés

El cambio de nombre

Aeropuerto de Palma. Aena

Leo con atención los artículos de Àngels Fermoselle en DdM pues sus contenidos son actuales, tienen lógica y defienden puntos de vista del ciudadano con respecto al devenir de Ciutat, su conservación, su cultura y por ende su historia. Por suerte existe ARCA. En la edición del 8 de febrero, relata que en el pasado diciembre se creó la «Mesa del Arbre» para debatir cuestiones sobre el arbolado de Palma, sin embargo, el resultado acumulado es de abandono e ignorancia, o sea que no ha pasado nada relevante, la Mesa sigue en el salón, pero las sillas se recogieron y Dios sabe por dónde andan.

En días pasados algunas plataformas lanzaron en caliente la idea de dar el nombre de nuestro admirado profesional del tenis de Manacor al Aeropuerto de Palma de Mallorca. Los medios de comunicación se hicieron rápidamente eco de ello. La euforia del indiscutible éxito deportivo en Melbourne provocó que se reunieran firmas y que de este modo se solicitara el cambio de nombre. Este tipo de demandas de impacto populista son en su mayoría promovidas por oportunistas, pues les gustaría haber sido, en caso de éxito, el primer solicitante. Es fácil subirse al carro del vencedor. Las opiniones al respecto de los gobernantes comunitarios han sido a su vez publicadas en prensa y dejan claro que de ellos no depende, es cosa de Aena o sea que, ¡con la iglesia hemos topado!

Se han escrito muchos artículos sobre la gesta del manacorí y en los días pasados en especial sobre el cambio de nombre aeroportuario. Claro que como en los toros, hay división de opiniones. De hecho, el partido político Més recordó la propuesta que en su día se hizo para denominar al puerto de aviones con el nombre de nuestro ilustre antepasado, también acaparador de títulos, el filósofo, poeta, místico, Doctor Iluminatus, el Beato Ramon Llull. Ya tenemos competencia, y este partido sería una lucha a cinco sets, si los dos contendientes vivieran, y si los dos la aceptaran, pues, ¿a quién le consta que a nuestro héroe viviente le interese el que se ponga su nombre al edificio administrado por Aena? y la pregunta del millón, ¿quién pagaría los costes del rebranding?, ¿lo asumirían las plataformas, donativos por suscripción popular o el Govern/Consell Insular? Es sabido que Aena ya sentenció en su día, al ser consultada para poner a Ramon Llull como titular del rótulo aeroportuario, que dicho cambio de nombre costaba casi medio millón y que ellos no lo iban a pagar. Aena no tiene sentimientos, solo piensa en la gestión operativa y en la cuenta de resultados. Quizás Pedro Sánchez podría desviar algo de los fondos europeos

En un artículo de G. Porcel en este rotativo se menciona que los Hoteleros y TO,s son quienes más a favor están del cambio de nombre, pues serviría para multiplicar el valor de la imagen de marca en el exterior. Pero, veamos, ¿en base a qué análisis profesional se hacen estos comentarios y quién los hace? En mi opinión no existe un debate serio sobre el tema, son opiniones cruzadas, argumentadas subjetivamente y basadas principalmente en la admiración que en Mallorca se siente por nuestro deportista. El poner el nombre de Cristiano Ronaldo al aeropuerto de Madeira no ha modificado su flujo turístico para nada.

Toda esta contienda me recuerda un poco la falta de logros de la mencionada «Mesa del Arbre». Cuando se tiene que llevar a cabo un proyecto, se debería de exigir siempre que hubiera un «padre/madre» como responsable del mismo, alguien con nombre y apellidos que al final corriera con la tarea del análisis, la coordinación, la comunicación y seguimiento de las tareas hasta la consecución de los trabajos. Es sabido que cuando hay muchos cocineros que se responsabilizan de la paella, esta suele salir salada.

En este caso, si el Govern/Consell o Aena considerara este asunto como relevante, debería de constituir una «Mesa cambio de nombre del aeropuerto», o similar, designando y delegando responsabilidades para, en primer lugar, preguntar al tenista si acepta la propuesta y en caso afirmativo llevar a cabo los trámites oportunos, que son muchos, o en su defecto dejarlo para mejor ocasión. No olviden lo que pasó con la propuesta que hace unos años se hizo para concederle al Campeón un Doctorado Honoris Causa por la UIB y que terminó en agua de borrajas. Por tanto, en mi opinión, una vez pasado el júbilo del triunfo, mientras no se obtengan dichos análisis y criterios claros que lo justifiquen se debería dejar el debatido cambio de nombre ad acta y empezar a prepararse ya para propuestas concretas cuando todos los mallorquines consigamos el XXII Grand Slam.

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