El vicepresidente de la Comisión Europea pronunció recientemente una frase que se me quedó grabada y tal vez pueda servir como resumen de lo que nos está pasado como sociedad: «Nos gusta el mundo de Kant, pero vivimos en un mundo de Hobbes», dijo Josep Borrell, cuando explicaba el nuevo plan estratégico o ‘Brújula’, como oficialmente se ha llamado al documento marco que debe servir de guía para que la Unión Europea mueva ficha de una vez y fije una posición común y clara sobre las amenazas geopolíticas que afronta el club.

Hobbes o Kant. De ser así, esta historia, la nuestra, va entonces de lobos. Buenos o malos, que cada cual decida qué arquetipo representa mejor la parte del cuento en el que nos hayamos. Thomas Hobbes lo tenía muy claro. El hombre es un lobo para otros hombres decía y sólo con el invento del Leviatán (léase luego Estado) se evitaría la condición animal que lleva implícita la ruptura del orden social, que nos devuelve a la naturaleza y hace que nos devoremos los unos a los otros.

El mundo de Hobbes debemos situarlo en un momento de formas de poder terroríficas, más o menos como Juego de Tronos pero en la vida real. Y es aquí donde yo me pregunto: ¿Nos reconocemos así en la aldea global? ¿Es este nuestro momento histórico en el cual se niega la bondad innata del hombre dónde nos encontramos hoy? No lo sé, pero escuchando las palabras de Borrell intuyo que estamos en peligro y es cuando debemos esperar que aparezca el héroe por antonomasia, el leñador, que sería, en este caso, la Unión Europea.

Para Kant, en cambio, existe una bondad innata del hombre, al reconocernos y querer vivir en sociedad estamos asistiendo a la firma de un contrato originario a través del cual todos los miembros entregamos a la comunidad nuestra libertad externa para un bien común. Visto lo anterior, en este capítulo de la historia que nos ha tocado vivir, una Paz Perpetua suena más bien como a cuento de hadas o el país de la maravillas que no hemos sabido alcanzar.

Estamos ante un cuento para nada simplón. Estamos ante un drama de gran magnitud, real y con rostro humano, como lo vemos por ejemplo en la inmigración, en nuestro Mediterráneo y ahora en la frontera de Polonia con Bielorrusia. Y frente a este, como a muchos otros temas, no se observa una clara respuesta de la UE.

Se acerca el invierno, y queda por añadir a la trama las incertidumbres que ha traído el mundo poscovid, que provoca que los aldeanos globales andemos un poco perdidos en este punto de la historia. ¿Hobbes o Kant? Ciertamente asistimos a un momento clave en el cual se debate entre tender puentes o levantar muros.

Para finalizar, y espero que no sea un spoiler, recordar que Hobbes, creó El Leviatán justo después de la matanza de San Bartolomé y que el invento de la Unión Europea nace como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

Creo firmemente en la utilidad de la Unión Europea, pero con cierta tristeza veo que el relato europeo está en estos momentos roto o cuanto menos deshilachado, pues se antoja incomprensible para muchos.

Mucho me temo que o se produce un discurso diferente que recupere y conecte nuevamente con nuestros valores cívicos o tenemos lobos para rato en nuestra historia.