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Lluís Abbou

Gran Bretaña, ¡te envidiamos!

Boris Johnson TOBY MELVILLE

Para todas aquellos que queríamos hablar mal del Reino Unido pos-Brexit, divorciado de Europa, las noticias no son las esperadas. Las cifras de vacunación son impactantes. Más de 33 millones de personas han recibido la primera dosis. El gobierno de Boris Johnson, ajeno a las tonterías de Europa con la vacuna de AstraZeneca, llevó a cabo un plan de adquisición de diales con visión de futuro y no ha perdido el tiempo. La principal nación de Europa está muy por delante de los Estados Unidos y de la Alemania organizadísima de Merkel.

No podemos decir que esos que querían que Inglaterra se hundiera después del Brexit hayan tenido mucha suerte. Los últimos años han sido maravillosos. Cualquier historia positiva podría descartarse como una casualidad o una aberración estadística. Ha habido abundantes malas noticias para confirmar lo que ya sabíamos: Gran Bretaña es una pequeña y triste isla en el Atlántico, incapaz de renunciar a sus glorias pasadas y encaminarse a toda velocidad hacia la irrelevancia. Los primeros días de la pandemia fueron prometedores. Tuvimos el titubeo sobre el confinamiento nacional que no llegaba, el fiasco de los equipos de protección para los profesionales de primera línea y las dimisiones de ministros por saltarse el confinamiento que finalmente llegó. Todo esto reforzó nuestra narrativa de total incompetencia. Un simple giro de ojos al hablar de Johnson solía ser suficiente para confirmar tu membresía en el club.

Este año la vida es cada vez más desconcertante. El fiasco de la app de la seguridad social Track & Trace para poder registrar las entradas a un bar o tienda fue reconfortante. Demostró que cuando los conservadores combinan el dinero público con las empresas privadas, se produce una especie de Frankenstein. Sin embargo, el programa de vacunas ha resultado ser una colaboración hábil entre empresarios intransigentes, grandes farmacéuticas y el sector académico. El triunfo de Boris es casi tan confuso como ver a la americana Gillian Anderson interpretando a la británica Primera Ministra Margaret Thatcher en The Crown.

Resulta que la ahora colorida Gran Bretaña no sólo destaca en las vacunas. Un artículo de Bloomberg señaló el éxito de Reino Unido en la reducción de las emisiones de carbono. Durante dos meses del año pasado y por primera vez en 230 años, no se quemó carbón para generar electricidad. Los detractores de Reino Unido podrían argumentar que se han subcontratado las emisiones a China, pero también lo han hecho todos los demás países.

Lo más difícil de digerir es que los británicos están ganando, una vez más, a los alemanes. Alemania, la nación que se odia a sí misma. Alemania, que da la bienvenida a todos los inmigrantes, tiene gobiernos sensatos y sólo anhela una integración europea pacífica. Resulta que varias docenas de vacunas que Alemania pensaba utilizar han quedado atrapadas en la burocracia. La portada de Bild, uno de los principales tabloides de Alemania, decía hace unas semanas: Gran Bretaña, te envidiamos. Mientras la señora Merkel tiene menos del 20% de su población vacunada, el Primer Ministro inglés de cabellos de mantequilla lleva a su nación hacia un verano de excesos.

Tayler Cowen, profesor de economía en la Universidad George Mason de Virgina, escribió en su blog que Reino Unido está «increíblemente subestimada», al mismo tiempo que señaló sus avances en inteligencia artificial y el atractivo eterno de Londres como la capital global. Hay destellos de luz para los melancólicos. ¿Ámsterdam se ha convertido en la capital bursátil de Europa? Cuéntame más. ¿Exmiembros de la Familia Real hablando mal del heredero al trono en la televisión americana? Me gusta ¿Retrasos de camiones y pesadillas de exportación? Me interesa. Pero dondequiera que miremos hay preguntas sin respuestas fáciles. ¿Matt Hancock, Ministro de Sanidad del actual gobierno conservador, no es el diablo? ¿Ha sido el Brexit beneficioso por el país? ¿Es el Reino Unido realmente... bueno?

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