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Miguel Vicents

La mudanza de Montesión

Cada generación que ha pasado por sus aulas ha conocido un Colegio de Montesión distinto, evolucionado, en una historia ininterrumpida de 460 años. Los jesuitas que dedicaron su vida al centro y los sucesivos claustros de profesores consiguieron con su empeño que los rasgos distintivos del colegio permanecieran y se transmitieran a cada generación. Lo hubieran tenido mucho más difícil sin el peso de la tradición y la historia, sin los símbolos, esa brújula que a cada instante te recordaba dónde estabas y qué se esperaba de ti: el colegio histórico; el ejemplo de servicio esculpido al pie de la estatua de San Alonso, situada en el centro del claustro; la divisa ignaciana del Ad Maiorem Dei Gloriam que los jesuitas imprimían en la contraportada de todos los libros, cuadernos y publicaciones que te entregaban, o los largos pasillos de orlas donde contemplabas antes de entrar en clase la imagen de tu padre cuando era más o menos como tú, pero con americana y corbata. Aquellas aulas con tarima llevaban la exigencia del respeto debido en su escenografía. Por encima del profesor solo estaba el crucifijo. Y tu nombre de pila desaparecía. De esta forma y desprovisto de la protección familiar, los jesuitas te enfrentaban al éxito o al fracaso, fueras un niño de primaria o un adolescente, esperando que las dos experiencias te transmitieran enseñanzas igual de válidas para la vida, sin posibilidad de revisión y, por supuesto, sin padres que intercedieran, esa plaga moderna. Nunca me han interesado las discusiones sobre si Montesión es aún o fue en algún momento histórico el mejor colegio de Palma. Ha sido y es una institución educativa absolutamente singular en Mallorca, al margen de cualquier experiencia personal. Su futuro, desprovisto del peso del pasado, está por escribir. Aunque en su primera salida de Palma, en 1968, el colegio de Son Moix se quedó a medias. Y solo levantó una pequeña parte de lo que se había proyectado, unas instalaciones docentes y deportivas más ambiciosas y mucho más parecidas al colegio que construyó La Salle cuando se mudó.

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