Greta Thunberg lanzó durante su discurso: "¿Cómo reaccionan ante estas cifras sin sentir pánico al hecho de que no se está haciendo nada€?" Según como ha acabado la Cumbre por el Clima en Madrid está claro que Don Dinero es lo que ha prevalecido, pasando por encima del pánico, las alarmas de la comunidad científica y la responsabilidad hacia los pueblos. No obstante la prórroga que han necesitado, los acuerdos son muy decepcionantes y vergonzosos. De nuevo todo se pospone y "se anima" a los países a presentar sus compromisos antes de la Cumbre de Glasgow en 2020, otra Cumbre llena de bla-bla-bla que nos distraiga de la gravísima situación a la que nos enfrentamos, y para la que ya estamos en tiempo de descuento.

Hubo un tiempo en que sí tuvimos ese tiempo. A finales del siglo XX ya había alarmas claras de lo que pasaría y se pudieron ir tomando medidas para revertirlas. Pero no solo no se hizo, sino que los Mercados nos hacían creer que no había nada que nos hiciera más felices que tener coche y cambiarlo cada 7 años, tener el móvil de última generación, que no había nada mejor que viajar a destinos cada vez más lejanos y comprar compulsivamente para aliviar angustias y stress.

Y ahora ya estamos ante una realidad difícil de solventar: si no conseguimos emisiones cero ya, el futuro de la humanidad será muy complicado y difícil. No basta con decir a la población que reciclemos, hay que variar de modelo de producción y consumo. En septiembre unos 7,6 millones de personas gritaron en las ciudades de todo el mundo "Cambiemos el sistema, no el clima". Eran principalmente jóvenes conscientes de que sufrirán mañana las consecuencias de lo que no hagamos hoy. El problema es que las y los jóvenes no votan y cuando lo hacen deben luchar contra una corriente cada vez mayor. Porque cada vez hay más gobiernos ultraconservadores que niegan la emergencia climática en beneficio de las ganancias de grandes productores, lo que permite que los países más contaminantes no solo no disminuyan contaminación sino que la incrementen; además, seguirán con el indecente mercadeo con países empobrecidos comprándoles su cuota de emisión de gases contaminantes; Solo 84 de los 200 países han dicho que harán planes "drásticos"; la UE ha redactado una especie de Carta a los Reyes Magos con trampa, pues el llamado Pacto Verde Europeo necesitará mucho dinero para desarrollarse y será la ciudadanía quien pague, no las industrias contaminantes.

Desde el inicio, las mujeres han estado al frente de esta lucha, muchas de ellas, en los países empobrecidos, son asesinadas por ello. A pesar de esto, las ecofeministas hemos tenido que presionar mucho para sacar adelante la actualización del Plan de Acción de Género aprobado en la Cumbre por el Clima de 2017, aunque está demostrado que ha sido un motor clave para el progreso y la acción de las políticas climáticas, y que era vital su renovación. Tras mucha presión feminista se reconoció el papel de las mujeres en el cambio climático, ya que "son quienes más lo sufren, pero también quienes más luchan por combatirlo".

La mala noticia es que, en esta Cumbre, las multinacionales han estado muy presentes contando el timo de la estampita también llamado Greenwashing mientras que organizaciones civiles han sido incluso desalojadas de Ifema: el 11, muchas personas acreditas en la cumbre como observadores organizaron una sentada para protestar contra la escasez de acuerdos. La organización los desalojó y les denegó la entrada para el resto de evento.

"Todo lo que hay que hacer, hay que hacerlo ya", se ha escuchado estos días. Pensemos en todo esto mientras nos comemos aguacates y langostinos traídos desde el otro lado del planeta -eso sí, muy baratos-, pensemos en las consecuencias de todo esto y en quiénes tienen la responsabilidad y el poder de cambiar nuestro futuro.