Síguenos en redes sociales:

El análisis

Pilar Garcés

El PP de Company, peor todavía

Los conservadores encadenan dos derrotas por primera vez en la historia de Balears, lo que permite enlazar un nuevo pacto liderado por el PSOE con el ya finiquitado, sin pasar por la habitual alternancia entre derecha e izquierda

Otra oportunidad para el pacto de izquierdas gracias al empuje socialista, y a pesar de los malos resultados de sus socios nacionalistas y de Podemos. Por primera vez en democracia, el PP de Balears pasará dos legislaturas consecutivas en la oposición, a ver si el exilio interior se va a convertir en una fea costumbre. No se daba un duro por la suerte de la formación conservadora liderada por Biel Company, nadie le imaginó como inquilino del Consolat de Mar después de una campaña que luchaba contra la depresión y por el olvido de la corrupción. Triste consuelo rascar un par de diputados a las encuestas que anunciaban la práctica aniquilación de las siglas azules, cuando se han perdido cuatro escaños y 30.000 votos. Igualmente penoso aludir a las alcaldías ganadas en otras islas. Los 16 diputados del PP le permitirán ser líder claro de la oposición, pues ni Ciudadanos con 5 escaños, ni mucho menos Vox con 3 se han desvelado como las pujantes derechas que han venido al galope para desequilibrar el panorama.

Francina Armengol, doblemente bendecida. Para ella han sido los votos útiles de los aliados de la izquierda, y los que llegaron empujados por la ascendente ola nacional que aupó al Gobierno a Pedro Sánchez. Este segundo pacto deberá dar frutos de inmediato. No se le concederán los cien días de cortesía, por mucho que los socialistas puedan tomarse un pequeño tiempo para celebrar que por primera vez en las historia rebasan a los contrincantes conservadores tanto en diputados (19), como en votos (20.000), con el mismo resultado que obtuvieron en 2011.

Pero la audiencia progresista no progresa adecuadamente. Los sufragios viajan de un vaso a otro, sin manifestar un crecimiento que permita el optimismo. Solo políticas más valientes y acciones que supongan cambios radicales conseguirán ampliar el público más allá de los ya convencidos. A expensas de saber cómo se concretará la alianza de izquierdas esta vez, a Armengol no le cabrá el recurso a la herencia recibida. Los efectos del turismo, el atroz problema de la vivienda, la necesidad de mejoras en la educación y la sanidad públicas, el feminismo. El reto es muy superior al ya logrado después del recuento.

Més se ha dejado. veinte mil votos en el camino y hasta Vox mira a los ojos a los ecosoberanistas. Miquel Ensenyat se ha revelado un candidato fallido, tal vez lastrado por su actuación al frente del Consell de Mallorca, con iniciativas tan contestadas como la construcción de la autopista de Campos. Su enfrentamiento con los ecologistas solo se ha traducido en el desafecto de muchos de los suyos. Los nacionalistas han bajado de 6 a 4 diputados en Mallorca, y han perdido uno en Menorca. El discurso triunfalista de la campaña no se correspondía con actuaciones de las que sentirse orgullosos.

Tampoco Juan Pedro Yllanes ha mejorado a su antecesor, y Podemos ha pasado de 10 escaños a 6. Muy lejos del ambiente de euforia que marcó su irrupción en el Parlament, el electorado que convirtió a los morados en la tercera fuerza de Balears ha castigado las divisiones internas y monumentales líos protagonizados por sus miembros a los largo de la legislatura. Y sin siquiera haberse atrevido a participar, como les correspondía, en las labores de gobierno. Habrá que ver si, condicionada por los posibles pactos en la Moncloa, Francina Armengol se aviene a articular un ejecutivo con sillas para Podemos.

El Pi. se ha instalado en los tres diputados, y sigue sin ser definitivo, ni siquiera necesario para forjar mayorías. Muy a pesar del carisma de su cabeza de cartel Jaume Font, su poder sigue siendo local y no ha conseguido el propósito de entrar en el Ayuntamiento de Palma. El apreciable crecimiento experimentado por Ciudadanos de 2 a 5 escaños induce a imaginar qué hubiese ocurrido de colocar un buen candidato, y no al desconocido Marc Pérez-Ribas. Las líneas rojas que ambas formaciones expresaron son hoy rayas en el aire.

La ultraderecha se estrena en el Parlament con tres diputados. Los resultados de Jorge Campos no han sido tan buenos como los del candidato a la capital, Fulgencio Coll. Sería una sorpresa que mantenga el tono moderado de la campaña en la laxitud de la vida parlamentaria.

Pulsa para ver más contenido para ti