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Antonio Papell

Nace la extrema derecha

El vuelco electoral que ha tenido lugar en Andalucía es políticamente normal: la alternancia es consustancial con la democracia parlamentaria, y lo anómalo es que en la comunidad andaluza jamás haya dejado de gobernar el PSOE desde la creación de la comunidad autónoma. Lo inquietante y, desde cierto punto de vista, anormal, es que la extrema derecha haya desembarcado con la potencia con que lo ha hecho hasta provocar la preponderancia del hemisferio conservador sobre el progresista. Lo que no logró el PP por sí solo en 40 años lo ha conseguido ahora el tripartito de las fuerzas conservadoras tras la irrupción de Vox, que ha obtenido nada menos que 12 escaños cuando las encuestas publicadas en plazo útil le auguraban entre ninguno y cuatro (la de ABC, realizada poco antes de la consulta y conocida tras el cierre de urnas, se aproximaba mucho más). El PSOE ha caído catorce escaños con relación a 2015 y el PP, siete. Con matices o sin ellos, los viejos partidos siguen derrumbándose.

Las elecciones andaluzas han representado el despegue de un proceso electoral de alta intensidad que dentro de poco menos de seis meses registrará nuevas consultas municipal, autonómica y europea, y que desembocarán en un momento u otro en unas elecciones generales. Todo ello, con un mapa político cada vez más complejo en el que, en sustitución del viejo bipartidismo imperfecto, hay ya cuatro actores consolidados y otro más, Vox, a punto de estarlo. Para algunos observadores, lo conseguido por VOX en estas elecciones andaluzas es un arranque equivalente al que registró Podemos en las elecciones europeas de 2015: el presagio de una instalación definitiva.

Vox, una formación desgajada del PP y formada por elementos que repudian la tibieza del gran partido conservador en determinados asuntos (desde las políticas de género y territorial a las de inmigración o al aborto), ha recogido manifiestamente una parte significativa de los votos de la irritación de la ciudadanía. Hay que destacar que Vox ha arañado siete escaños al PP, pero los otros 5 que ha reunido provienen de otros parajes, incluso del PSOE.

Una irritación que los partidos se han ganado a pulso. Es preciso recordar que el gobierno del Estado, hoy en manos del PSOE, se ha formado tras una moción de censura por la que se reprobó a Mariano Rajoy por las corrupciones del PP, condenadas explícitamente por los tribunales. Asimismo, no cabe ignorar que las elecciones andaluzas han tenido lugar en medio del juicio por el caso de los EREs, en que están sentados en el banquillo los dos anteriores presidentes de la comunidad andaluza. Por otra parte, la situación de Cataluña, gravísima y desesperante, no consigue aglutinar a los partidos estatales en una posición común que permita enfrentar el problema con la debida unidad. Asimismo, la enemistad de unos partidos con otros impide la gobernabilidad y, de hecho, en este país no se legisla desde 2015, cuando concluyó la última mayoría absoluta en las cámaras€ Vox representa la crítica destemplada y destructiva a todas esas carencias, y desempeña un papel que ya han ensayado el Frente Nacional francés, la Liga italiana o la Alternativa para Alemania: en todos los casos, las formaciones extremistas aparecen reactivamente tras el fracaso del sistema, tras la incapacidad de los partidos tradicionales para resolver problemas y para adoptar soluciones de Estado a las carencias.

Con estos resultados, es probable que las tres formaciones de la derecha no desperdicien la oportunidad de producir el vuelco, aunque Ciudadanos tendría enormes dificultades para explicar su alianza directa o indirecta con Vox. El PSOE, abofeteado por la opinión pública -a pesar de seguir siendo la fuerza mayoritaria- y en obligada alianza con el populismo progresista, debe intentar de todos modos el hipotético aislamiento de Vox.

Vox posee, como ha dicho, la llave de la gobernabilidad, y ello es como mínimo inquietante. Máxime después de haber recibido ya los parabienes de varios partidos parias europeos, y debería ser este elemento del análisis el que prevaleciese sobre cualquier otra consideración. España ha dejado de ser diferente también en lo peor: la existencia creciente de fuerzas antisistema.

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