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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Saber pedir

Salía de comer completamente solo de un restaurante chino del centro cuando se me acercó una chica muy arreglada.

-¿Tienes algo de dinero para mí? -preguntó con una sonrisa inocente.

Negué con la cabeza y continué andando desconcertado ante esa rara fórmula de solicitar ayuda. Jamás se la había escuchado a nadie. Unos pasos más allá, recuperado el concierto, volví donde la joven y le entregué una moneda de dos euros que aceptó con naturalidad.

-¿Cómo sabías que tenía dos euros para ti? -le pregunté.

-No lo sabía, pero hay personas que tienen dinero para mí y personas que no.

-¿Y cómo las distingues?

-Son ellas las que deben averiguarlo, pues muchas lo tienen pero no se dan cuenta. Luego, un día, revisando los bolsillos de una chaqueta para llevarla al tinte, se encuentran con dos euros perdidos. Esos dos euros eran para mí, aunque no llegaron a mis manos.

Me quedo pensativo unos instantes y luego le digo que también puede suceder lo contrario: que reciba dinero que no era para ella. La joven se ríe con un punto de malicia y dice que lo duda.

-En todo caso -añade-, los dos euros que tú me has dado eran para mí, lo sé, no te agobies.

No me agobio. Me despido de ella y tomo el metro, donde al poco aparece un indigente que recorre el vagón con la mano extendida, solicitando una limosna. Aunque me produce más lástima que la chica, no tengo dinero para él. Luego pienso que quizá el que le di a la joven no era para ella, sino para este pobre hombre. Me dejé llevar por una estrategia de márquetin perfectamente diseñada para mi carácter. Ella supo pedirme y él no. En cualquier caso, llego a casa con la sugestión de que todos tenemos "algo" para alguien, "algo" (no necesariamente dinero) que se nos pudre en los bolsillos como la fruta que compramos de más se pudre en la nevera. Ese "algo" pueden ser palabras, por ejemplo. A todos nos las piden con frecuencia, pero jamás con esa fórmula diabólica:

-¿Tienes unas palabras para mí?

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