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¿Tiene Rajoy cuenta en Suiza?

Presuponer que el presidente del Gobierno carece de haberes en un paraíso fiscal supone un agravio comparativo con el resto de la clase política

Un titular entre signos de interrogación constituye una práctica periodística deleznable. Amagar y no dar, pero los dos ganchos ayudan a mantener la cautela absolutoria de que la previsible -por utilizar la palabra fetiche del presidente del Gobierno- cuenta de Rajoy en Suiza sea el fruto de su maestría en el arte del rellenado de quinielas, al igual que Bárcenas se ha enriquecido más allá de lo inconmensurable merced a su perspicacia en las transacciones de artes plásticas. Una pericia pictórica tan insigne que no merecía ser mancillada por las garras del fisco.

La interrogación subraya ante todo el derecho que asiste a Rajoy de guardar una porción de su fortuna en Suiza. Presuponer que el presidente es uno de los escasos dirigentes políticos españoles sin haberes en un paraíso fiscal supone un desdoro y un agravio comparativo. Con la ventaja de que una negativa del líder del PP no autorizaría a levantar los signos de interrogación, puesto que procedería de los mismos labios que descartaron la mínima posibilidad de que Bárcenas se hubiera enriquecido con sus cargos públicos. El énfasis puesto por Cospedal para corear al tesorero cimenta la incredulidad ciudadana, amén de solidarizar al partido conservador con las andanzas del funcionario más rico de España.

A efectos de la opinión, el PP entero tenía una cuenta de 22 millones en Suiza, con la salvedad de que el dinero se destinaba al disfrute particular. Conviene recordar al respecto que, en vez de paralizar de inmediato los millones de su tesorero, el Gobierno conservador le allanó el camino a la legalización de sus oscuras ganancias mediante la amnistía fiscal. Con la particularidad de que el ministerio de Hacienda se escuda en la ignorancia de que Bárcenas se hallaba tras la sociedades de Bárcenas. ¿Hay alguien en ese departamento que sepa manejar un ordenador? Además, la defensa hiperbólica a cargo de Rajoy y Cospedal obliga a valorar la posibilidad de que todo dirigente del partido trafique en paraísos fiscales. De nuevo, ¿se atreve alguien a descartar hoy que el presidente del Gobierno tenga cuenta abierta en Zurich? La sospecha bastará para engrandecer la leyenda de la formación conservadora, con los oportunos réditos electorales.

En la actual configuración de la realidad, el PP sería la primera sociedad mercantil donde el número dos posee 22 millones en Suiza y al número uno no le alcanza ni un euro de los pingües beneficios. En vez de envolverse en el manto de la pureza mientras trafica con francos suizos, el partido gobernante debería normalizar las relaciones con la banca suiza. Mitt Romney demostró que Estados Unidos no estaba preparado para el primer presidente con cuentas en diversos paraísos fiscales, pero España ha demostrado mayor tolerancia que los norteamericanos en cuestiones sociales. El fallido candidato Republicano declaró que "sería estúpido si pagara más impuestos de los que me corresponden". El PP lo ha traducido por "sería estúpido si pagara los impuestos que me corresponden".

La disolución de la incertidumbre exige una investigación exhaustiva del famoso edificio de Génova, para averiguar las cuentas suizas que alberga y proceder a la oportuna desinfección. El embarazo de Bárcenas para el PP oculta la magnitud de su gesta, puesto que ingresaba 20 mil euros diarios con su pluriempleo. Sólo Cristiano Ronaldo iguala este ritmo de enriquecimiento, utilizando técnicas tan disculpadas por el sanedrín madrileño como la voracidad del tesorero popular. Con la particularidad de que el senador amasó la fortuna con su segunda actividad, lo cual equivale a que el delantero portugués hubiera ganado 22 millones jugando a la playstation.

La mejor defensa de Rajoy sería acusar a Bárcenas de la segunda derrota del PP ante Zapatero, por dejar al partido sin fuelle económico para la campaña electoral. La suma ya detectada coloca al ejecutivo popular en el disparadero. Cuando Rajoy citaba emocionado a Matas y Camps como faros de su futura acción de Gobierno, la visión ingenua apuntaba únicamente a que cometió un error. En realidad, estaba efectuando una radiografía del funcionamiento del partido que pretendidamente dirige. En cualquier caso, los 22 millones de Bárcenas refuerzan la necesidad imperiosa de expulsar de la carrera judicial a Baltasar Garzón, un juez impropio de la situación que quiere instaurar el PP.

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