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Un Lluís Sitjar de feria

La posibilidad de levantar el futuro recinto ferial de Palma en el solar del Lluís Sitjar, tal como ha propuesto la alcaldesa Aina Calvo, ha pasado de ser un sueño en la mente de unos pocos a convertirse en un proyecto real, con el apoyo muy amplio de los ciudadanos. Los pros sobrepasan con creces a los contras y de ahí que, tras la sorpresa inicial que desmarcó e hizo desconfiar a los partidos políticos y asociaciones vecinales desconocedoras del proyecto, ya pocos piensen que sea una idea equivocada. No lo es, sobre todo, por dos razones concretas. En primer lugar, porque el viejo Fortí es hoy una ruina, un peligro para la ciudad, al que de otra forma –prescindiendo del impulso de la iniciativa pública– sería difícil encontrar remedio sin caer en la especulación. Y, por otra parte, porque el recinto ferial es necesario y hasta ahora ha sido imposible encontrarle una ubicación adecuada.

Todo apunta a favor. O casi, porque, en medio de los apoyos, han surgido algunas pocas reacciones en contra que conviene tener en cuenta. Entre éstas, la improvisación que algunos atribuyen al equipo de gobierno o, más concretamente, a la alcaldesa y a Urbanismo. En principio, el plan general de Palma no contempla la conversión del Lluís Sitjar en recinto ferial sino su inclusión dentro de la llamada Falca Verde y con un uso preferentemente deportivo. Esta improvisación, de haber existido, se habría transformado en una oportunidad para romper la barrera que existe entre el actual parque de Sa Riera y los barrios situados al otro lado del antiguo campo del Mallorca. Además, el recinto ferial sólo ocuparía una parte del solar, dedicando el resto –más de la mitad– al uso previsto en el PGOU, por lo que no habría necesidad de modificarlo.

Otras voces han sugerido que sería preferible situar el recinto ferial en la periferia de la ciudad, para facilitar su acceso a toda la isla. No les falta razón y, de hecho, la conselleria de Comercio, impulsora de su construcción, se había marcado esta intención. Pero no es menos cierto que la zona de es Fortí y barrios aledaños se revitalizarían con la actividad del recinto. Son muchos los vecinos que añoran el ambiente de los días de partido frente al descuido y la soledad actual. Por otra, la comunicación entre las zonas residenciales del Ponent con la Falca Verde recompondría el mapa de la ciudad tal cual está planificado desde hace treinta años –que es el tiempo transcurrido para hacer realidad una parte– sin tener que esperar forzosamente varias décadas más.

El terreno del Lluís Sitjar convertido en recinto ferial es un proyecto ilusionante, como puede serlo –salvando todas las distancias– el de la Façana Marítima con su Palau de Congressos. Lo que convendría ahora es allanar todas las dificultades –incluyendo el imprescindible acuerdo entre el Govern, el Ayuntamiento y los propietarios del campo de fútbol– para hacerlo posible y sin entrar en terrenos resbaladizos como ha ocurrido en el Palau. El Lluís Sitjar es ahora un problema para todos. Que deje de serlo es una oportunidad que no debemos permitir que se pierda.

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