Según el primer artículo del Estatut catalán, Cataluña es una nación. Zapatero cuenta con ocho fórmulas para hacerlo caber en la Constitución. La corriente mayoritaria del PSOE dice que nanay. Y el PP, para qué hablar. Pero, ¿qué sucede si se pregunta a la opinión pública, catalana y española? En función de sus respuestas, parecen vivir en planetas distintos.

Así lo revelaban dos encuestas recientes, en El País y La Vanguardia. En ambos rotativos, se mostraba que españoles y catalanes eran partidarios de negociar el Estatut en el Congreso de los Diputados y de que se ajustara a la Constitución.

Pero aquí terminan las coincidencias. Por ejemplo, en la polémica de si Cataluña es una nación. Mientras el conjunto de España lo rechaza (casi el 70% frente a un 23%), ambos periódicos resaltaban la misma cifra para Cataluña: 53/54% a favor, 38/39% en contra.

Las diferencias son abismales en los puntos clave: la posibilidad de que Cataluña disponga de financiación propia y de que recaude los impuestos. Si nos centramos en El País, el conjunto de España niega una "financiación catalana" (53% frente a 30%), mientras los catalanes la defienden (70% contra 20%). Algo semejante sucede con la capacidad impositiva: 60% en contra en España (por 28% a favor) y 66% a favor en Cataluña, frente al 22% que se opone.

Zapatero (a diferencia de los que más gritan y poco mandan) se ha dado cuenta de la brecha y de que, en Cataluña, las peticiones básicas están ampliamente respaldadas. No se puede contraatacar como con Euskadi: el Plan Ibarretxe partía a la sociedad vasca por la mitad y aún existe la coacción terrorista. Así que ZP ha pensado que los sentimientos son los que son, pero que no se puede dar portazos a los datos: con el tiempo, vuelven con más contundencia.