En la era de la velocidad, la tecnología, el low cost y la comunicación virtual surge una tendencia que quiere recuperar la esencia de las cosas que nos rodean para acercarnos de nuevo a la Naturaleza y a la artesanía en un intento de recuperar lo que de valor hemos perdido por el camino. Puede que el ordenador y el teléfono móvil sean ya auténticos objetos de compañía, imprescindibles para sobrevivir, pero precisamente por ello buscamos en nuestras casas, en nuestra intimidad, todo aquello que nos aporta calidez y nos facilita una relación más personal con los objetos cotidianos.

Decorar no tiene porque ser sinónimo de gastar, y más aún teniendo en cuenta que las tendecias actuales se alimentan de mobiliario vivido, usado y gastado, la pátina del tiempo le confiere un valor añadido y un acabado que difícilmente conseguiremos en un mueble de nueva fábrica. Vestir nuestro espacio con lo que la Naturaleza nos ofrece en su estado más puro es una tendencia que nos devuelve el calor de la vida sencilla. Escenarios teñidos de blanco, con toques de tonos nude, suaves tejidos, maderas envejecidas o con formas caprichosas talladas por la propia Naturaleza, constituyen terapéuticos remansos de paz para el espíritu.

Pero, además de poder disfrutar de varias vidas para nuestros muebles también podemos adaptar objetos con usos variopintos a nuestra decoración, reciclar es responsabilidad, no solo con el medioambiente sino también con nuestra economía, es darle una nueva vida a un objeto que de otra forma acabaría en el cubo de la basura, es creatividad en estado puro, es sostenibilidad.

Podemos construir cabezales, o una mesa de centro con sólo un palé, un perchero puede salir de una rama de árbol, la lámpara de nuestro comedor la podemos construir con una cesta o incluso con una papelera que también nos puede servir para hacer una mesita auxiliar… Las cajas de madera son perfectas para guardar los juguetes de los niños, construir una estanteria o darle otro aire a la entrada de casa….Incluso un neumático nos puede servir de base para un puff. 

No es una operación de nostalgia, más bien es un ansia de recuperar la belleza primigenia de las cosas. Este gusto por lo natural tiene, además, la virtud de crear ambientes muy personales en los que las cosas que nos envuelven expresan una sensibilidad que valora la durabilidad, la pátina que da a la materia y el diseño el paso del tiempo. Es esa necesidad que hay en todo acto creativo de mirar atrás con lentitud para poder avanzar con resolución. Reciclemos y decoremos, seguro que ahora nos lo pensaremos dos veces antes de tirar algo a la basura.