La coca que elabora la madre de Toni Serapio, nutrida de verduras sobre una base crujiente, obre el plat de la gana. Un bocado que resume la esencia de uno de los restaurantes más singulares y exquisitos de la isla.

En Sa Roqueta se respira amor por el mar. Una estima que nace de la familia y la tradición, de las redes y el mercado. De ahí su calidad en el producto y servicio. Su artífice, Toni Serapio, es buen conversador, provocativo y sincero, pero sobre todo un gran restaurador: atento al detalle, cortés con el cliente y responsable. Mientras su mujer Nieves está en la cocina, Serapio, con el recuerdo de su padre, me explica sus orígenes artanencs y gabellins, y cómo creó el restaurante hace 27 años.

Entre vino y palabras preparan un centollo, seguido de unos exquisitos mollets fregits, acompañados de ajos, pimientos de Padrón y pimiento rojo. ¡Qué exquisitez! De los fogones de Sa Roqueta también sale un calamar en su tinta espectacular y un arròs melós amb gambes de Sóller para quitarse el sombrero. Acabamos con la ensaïmada d´albercoc amb gelat d´ametla (con azúcar quemada), que es más que un pecado.

Serapio me comenta que él crea, prueba y cocina y me avanza que en su próximo plato sustituirá el arroz por las lentejas (probar para creer).

Precio medio: 50-60 euros.

Reflexión gastronómica: nunca ofenda a un buen restaurador pidiéndole su mejor plato.

*Dirección: Carrer de la Sirena, 11.

Es Portitxol. Palma. Teléfono: 971 24 94 10.

Horario: Domingo cerrado.