El director del Festival de Cine de San Sebastián, José Luis Rebordinos, cree que el certamen ha "tocado techo" en tamaño, por lo que "no le conviene crecer mucho más". Ahora hay que dotarlo de calidad y de una personalidad "tan definida" que haga que la gente acuda a él y ofrezca "otras cosas".

En una entrevista con EFE en vísperas de la inauguración de la 62 edición del Zinemaldia el próximo 19 de septiembre, Rebordinos se mantiene en la aseveración que ha repetido en numerosas ocasiones desde que accedió a la dirección en 2011: San Sebastián (norte) es "el más pequeño de los grandes" festivales.

"Este es nuestro estatus", ha remarcado Rebordinos, que coloca a Cannes como el más importante de los festivales organizados por la Federación de Productores, la liga en la que compite el Zinemaldia, seguido de Berlín y Venecia.

Ajeno a cantos de sirena que aseguraban tras la celebración de la 60 edición de la cita donostiarra -en la que se concedieron cinco premios Donostia- que ésta superaba a Venecia, Rebordinos cree que "hay que ser realistas" y reconocer que el certamen de la ciudad de los canales "es más importante y probablemente lo sea así siempre".

Sin embargo, sitúa el reto de San Sebastián en trabajar en la calidad y perfilar "una personalidad tan definida" que la haga preferible a otras opciones.

Aunque quiera, asegura, el festival no puede alcanzar a citas como Venecia, porque, además de que parte de un presupuesto más reducido, la ciudad de San Sebastián "tiene las plazas de hotel que tiene y los accesos que tiene", por lo que al Zinemalida "no le conviene crecer mucho más".

El objetivo fijado para este año es alcanzar los 7,4 millones de presupuesto, para lo que el equipo de Rebordinos se afana en asegurar patrocinadores en estos últimos días.

"Para nosotros no es tarde. El año pasado cerramos contratos a cuatro días de la inauguración", confiesa.

Después de tres años con las palabras "crisis económica" omnipresente en su gestión, Rebordinos reconoce que el año pasado "fue el peor". Para esta edición "ha sufrido menos", porque desde un inicio "todo ha sido más equilibrado".

Explica que se han atravesado dificultades, porque el equipo gestor se propuso aumentar el presupuesto y pasar de los 6,8 millones de 2011 a los 7,4 de 2014, un empeño necesario, ya que el festival estaba en la tesitura de "crecer o morir".

San Sebastián se encuentra en la "radiografía audiovisual" y se ha visto obligada a crear actividades industriales como el Foro de Producción Europa-América Latina, que celebra su tercera edición, para competir; de lo contrario, hubiera "languidecido".

De hecho, ha percibido que, aunque los contratos de patrocinio siguen costando, las grandes empresas están "mas tranquilas" y "parece que perciben que han tocado fondo" y vislumbran la salida de la crisis.

También los productores españoles han abandonado las reticencias mostradas hace cuatro años, cuando reprocharon al Zinemaldia que no respondía a los intereses del cine español, unas críticas que Rebordinos enmarca en "momentos" y "situaciones" que se generan a veces: "Unas películas se rechazan".

Ahora San Sebastián es un "punto de encuentro" del cine español, afirma Rebordinos, que efectúa viajes periódicos a Madrid en los que refuerza los contactos con los productores nacionales con el objetivo de intercambiar puntos de vista.

El director del Zinemaldia es un firme defensor de la calidad del cine español, que paradójicamente, mientras vive una de sus "peores" fases desde el punto de vista económico, atraviesa un "momento de lujo" en calidad, variedad de géneros y resultados en taquilla.

"Hay mucho talento" que no se corresponde con la presencia internacional en festivales, pero "no nos lo creemos", considera Rebordinos.

El Zinemaldia sí es espejo de esa pujanza con cuatro películas españolas en la sección oficial, en la que se presenta también fuera de concurso "Lasa y Zabala", de Pablo Malo.

Rebordinos no teme la polémica que pueda suscitar la proyección de este filme, que califica de "interesante, bien realizado y muy respetuoso", aunque reconoce que le molestan las situaciones en las que se producen descalificaciones e insultos.

En todo caso, no cree que se reproduzca lo sucedido con "La pelota vasca", de Julio Médem, porque "son otros tiempos y hay una mayor tranquilidad y madurez en la sociedad".