Los 60 fueron una década de prodigios, con pioneros en múltiples ámbitos.En el año 63 en el mundo era noticia una cosmonauta rusa, Ventina Therechkova, de 26 años, la primera mujer en el espacio que orbitó varias veces alrededor de la Tierra. En Estados Unidos, Martin Luther King pronunciaba su famoso discurso de "tengo un sueño", dando un paso decisivo contra la segregación racial. Eran tiempos convulsos, con la Guerra Fría en su apogeo. Sería el año de los bloqueos a Cuba y de la Crisis de los Misiles.

En España se recogían los frutos del Plan de Estabilización aprobado por el régimen franquista, que a partir de 1959 pondría fin a una dura etapa de autarquía económica. Estábamos en pleno Desarrollismo Económico.

Mallorca y, en concreto, Alcúdia no sería ajena a este espíritu. A lo largo de la segunda mitad de los 60 se construiría una urbanización de más de 100 kilómetros cuadrados: la llamada Ciudad de los Lagos. Un complejo turístico sin parangón (así se vendía en la publicidad de la época) con kilómetros de playa, hoteles, zonas de recreo y canales navegables. Todo cuanto un turista pudiera soñar, incluso con un monumento a los enamorados en el centro de uno de los lagos.

Tamaña empresa requería empresarios y políticos de raza. Gente visionaria y ambiciosa. Dinero, trabajo y también algunas traiciones.

Cincuenta años después de aquel "milagro económico", los documentos y también algunos testimonios nos ponen en la pista de cómo fue aquella aventura desarrollista que dejó no pocos beneficios a sus promotores y al municipio anfitrión: Alcúdia.

El proyecto de urbanización

Un domingo al mediodía, el 21 de diciembre de 1965, es la fecha escogida para hacer entrega al ayuntamiento de Alcúdia del Plan Parcial de la Urbanización del Lago Esperanza. Los recortes de prensa del momento recogen que se trata de un proyecto que abarca 120 hectáreas (en aquel momento de albufera y canales) y dos kilómetros lineales de playa.

El alcalde Bartolomé Ventayol recibió los planos elaborados por los arquitectos José Ferragut Pou, Antonio Cerdá y Juan Maria Cerdó. Ferragut y Cerdá por parte del ayuntamiento (arquitecto y aparejador) y el tercero en representación de la sociedad mercantil (ingeniero). Les acompañaron en este histórico y magno momento todos los miembros de la corporación municipal.

Y entre todos ellos, actuando como maestro de ceremonias y auténtico alma mater, un personaje que aún es recordado por su personalidad arrolladora y carácter triunfador: el empresario de origen catalán Nicolás Riera-Marsà, en aquel momento promotor y presidente de la sociedad Lago Esperanza de Alcúdia S.A.

Cincuenta años después, entre la falda del Puig de Sant Martí y la Playa de Alcúdia, lo que antes era albufera hoy es uno de los pulmones económicos del municipio, con más de 30.000 plazas turísticas entre establecimientos hoteleros, apartamentos y viviendas. Este espacio urbano fue planificado por José Ferragut, el arquitecto municipal, a quien se atribuye el meritorio trabajo de planificar sabiendo adelantarse a los tiempos que no tardaron en venir y que exigirían viales amplios, baja densidad demográfica y amplias zonas verdes para hacer de esa urbanización una zona de alta calidad turística. Cofirmaba el proyecto el ingeniero Juan Maria Cerdó, y sería llevado a cabo y ejecutado merced el entusiasmo de Riera-Marsà.

Fue este empresario catalán quien lideró principalmente la transformación de aquel espacio junto a otras personalidades menos reconocidas pero igualmente determinantes: Vicente Enseñat y Juan Gili. Juntos iniciaron la épica azaña de dominar la albufera de Alcúdia para transformarla, como se diría en aquel entonces, "en un vergel para el turismo sin parangón en toda la isla". Sin embargo, su historia sería también una historia de desavenencias y nuevos acercamientos de los que hoy podemos hacernos una pequeña idea a través de los recortes de prensa de la época.

En aquel momento Nicolás Riera-Marsà aparece entre la lista de invitados como empresario destacado del mundo de la alimentación y la construcción. Dos años después, presidía la sociedad de Enseñat y Gili, Lago Esperanza de Alcúdia S.A., entidad autora del Plan Parcial de la Urbanización que finalmente se entregó al Ayuntamiento. Y antes de un año algo sonaba a roto entre los socios. Un gran anuncio en prensa advertía que la empresa Lago Esperanza S.A. no tenía nada que ver con la empresa Lago Menor S.A. con la que se relacionaba a Nicolás Riera-Marsà. Pero la elegancia y las buenas formas acabarían imponiéndose. En 1967 la Asociación Turística de Alcúdia consigue la visita del entonces ministro de Obras Públicas, Federico Silva Muñoz. Esta asociación era ni más ni menos que una entidad presidida por Riera- Marsà y en la que Enseñat detentaba una digna vicepresidencia. La unión era más efectiva que la división.

Visita de ministros franquistas

La visita de Federico Silva secundaba la de otro ministro franquista dos años antes: Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo. Ambos fueron recibidos con todos los honores: visita a las instalaciones, cacería, almuerzo y cena y los locales más distinguidos del momento: el Hotel Formentor, el Hotel Carabela o El Pescador.

La grandísima urbanización no eclosionó de inmediato. Fueron necesarias sucesivas oleadas de inversores que se alternaban en función de la situación económica internacional. Franceses y americanos serían los primeros en aterrizar en los 60 para construir y vender chalets. Más adelante el turismo británico los sustituiría y después se impondría el alemán.

Los 80 fueron una década irregular y en los 90 se tiró de los "Planes Mirall" del Govern Matas para embellecer de nuevo la zona con una importante limpieza de los canales y sustitución de mobiliario urbano, así como del alumbrado.

Hoy en día la zona de los lagos comprende una gran área turística madura, jalonada por dos arterias destacadas: la Avenida Pedro Mas i Reus (también conocida en los 80 como Avenida del Dólar por la cantidad de oficinas de cambio de moneda que allí se encontraban) y la Avenida del Tucán, una zona no tan próspera ya que linda con una zona húmeda que con los nuevos tiempos se salvó de la urbanización salvo expedientes de interés social.

En esta última avenida podemos encontrar los Hoteles Reina (hoy MacHotels), el parque acuático Hidropark y varios destacados locales de ocio nocturno.