Las críticas a la labor evangélica de Greta Thunberg se centran en que debería estar en la escuela. Sin embargo, la activista sueca no se ha embarcado literalmente en una empresa pasajera, en una distracción. Greta ha encontrado su vocación profesional. Cuando cumpla sesenta años y más allá, continuará combatiendo el cambio climático y anunciando el fin del planeta con la misma vehemencia.