Una escuela para enseñar a los niños de Baleares a manejar su piel atópica

El hospital de Son Espases cumple diez años aleccionando a las familias y a sus hijos a controlar una patología cutánea crónica que cursa con fuertes picores y que afecta a 1 de cada 5 menores

Payasos, enfermeras y residentes enseñan divirtiendo a los niños.

Payasos, enfermeras y residentes enseñan divirtiendo a los niños. / HUSE

I. Olaizola

I. Olaizola

La dermatitis atópica no es una patología cutánea baladí ya que puede resultar muy molesta, provoca un fuerte y desasosegante picor, y la inflamación que conlleva se manifiesta de manera crónica, con picos manifestados en brotes, y afecta a entre el 15% y el 20% de la población infantil con edades comprendidas desde la lactancia a los quince años. Aunque no es exclusiva de los niños ya que también afecta a en torno al 10% de la población adulta.

Quién aporta estos datos es Aniza Giacaman, dermatóloga de Son Espases implicada desde sus inicios, ahora se cumple una década, en la escuela de atopia que en sesiones regulares organizadas en el hospital de referencia enseña a las familias con niños afectos por ella a manejar una enfermedad que les acompañará el resto de su vida.

Durante esta década se han organizado más de 25 talleres formativos y se ha impartido formación a más de 400 familiares con niños, formación para la que cuentan con la inestimable ayuda de los payasos de la Sonrisa Médica que saben como nadie la mejor manera de captar la atención de estos pacientes menudos.

«La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel que pica mucho, es crónica y se presenta con brotes regulares. Se manifiesta con eczemas en diferentes áreas de la piel donde esta forma pliegues, en rodillas, cara y manos que se enrojecen y pican mucho», explica la especialista.

Genética y estrés

En la mayoría de los casos se manifiesta en los niños desde las primeras semanas de su existencia. Sobre qué la provoca, Giacaman apunta a una predisposición genéticas pero también a causas ambientales como la ropa, el uso inadecuado de cremas hidratantes o por el hecho de padecer situaciones estresantes. «No es una alergia, pero te predispone a ser alérgico al huevo, a una rinitis de este tipo y al asma», añade.

Sobre su tratamiento, la dermatóloga detalla que para el momento inicial de un brote, cuando la piel enrojece, se usan los habituales corticoides. «Aunque tras un brote y la aplicación de antiinflamatorios es necesario después suministrarle al paciente inmunomoduladores en crema. Apagas el brote con corticoides y con los inmunomoduladores lo mantienes apagado para que no vuelva a surgir», explica.

No obstante, la investigación avanza y ya existen tratamientos biológicos para tratar los casos más graves de esta enfermedad cutánea.

Giacaman es de la opinión que la extensión de esta enfermedad es mayor que las cifras manejadas de manera global y extrapolables por tanto a esta comunidad . «Probablemente estará infraestimada», sostiene aludiendo a los muchos pacientes que conviven con esos picores pensando que son algo natural, que no hay patología detrás, y a los que les cambia la vida cuando son diagnosticados y tratados.

La escuela de atopia de Son Espases surgió hace diez años para poder explicar tanto a los padres como a sus hijos cómo tratar esta enfermedad sin las prisas de las consultas dermatológicas.

La doctora Giacaman impartiendo información fiable y de calidad a los padres.

La doctora Giacaman impartiendo información fiable y de calidad a los padres. / HUSE

Los padres son aleccionados en el salón de actos de Son Espases por la propia Giacaman y la jefa del servicio de Dermatología, la doctora Ana Martín. Fuera del salón, en un tono más festivo, a los niños les enseñan cómo han de ponerse las cremas y diversas técnicas para evitar rascarse pese al picor. En esta formación participan, como ha quedado dicho, los payasos de hospital secundados por personal de enfermería y dermatólogos residentes. 

Aprendiendo coloreando las zonas del cuerpo donde son más frecuentes los ezcemas.

Aprendiendo coloreando las zonas del cuerpo donde son más frecuentes los ezcemas. / HUSE

Filtrar la información de internet

«En internet hay mucha información sobre esta enfermedad, pero no toda es real y se hace necesario filtrar», explica esta profesional el motivo de estos talleres que se han venido celebrando con una periodicidad de dos o tres veces al año excepto durante la pandemia de covid-19 y para los que participar en ellos es necesario inscribirse previamente en escueladeatopia.hse@gmail.com. 

«Es fundamental que las familias participen para controlar mejor esta enfermedad. El próximo taller será en el mes de octubre», convoca la especialista recordando los beneficios de estas reuniones por la aportación de información de calidad y por el «diálogo productivo» que se da al intercambiar los progenitores sus diferentes experiencias. Giacaman señala que, por la dificultad de los desplazamientos, las familias que acuden son mayoritariamente de Mallorca, muchas de ellas dependientes de Son Llàtzer así como un buen número de pacientes de la sanidad privada.

Los payasos de hospital, por su parte, ya se encargan de inculcarles a los niños de que no se trata de una enfermedad contagiosa y que deben cuidarse mediante marionetas y con la canción Ponte la crema.

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