Mujeres de guardias civiles destinados en Baleares se unen por los derechos de ellos

La tragedia de Barbate moviliza a parejas de agentes para reclamar más medios y efectivos

Las parejas de los guardias civiles se unen para defender sus derechos

Manu Mielniezuk

Xavier Peris

Xavier Peris

Se llaman Vanessa, Mónica (dos) y Marisa. Representan a las parejas de los cerca de 2.000 guardias civiles destinados en Balears, y se han unido para reclamar más medios y mejoras laborales, algo que ellos tienen prohibido por su condición de militares. El suceso de Barbate, en el que dos agentes fallecieron y un tercero sufrió gravísimas lesiones al ser arrollados por una narcolancha, fue el detonante de un movimiento, denominado Nuestro corazón por bandera, que se ha extendido por toda España.

«Fueron las mujeres de algunos de los guardias supervivientes de Barbate las que decidieron que no podían seguir así, que había que hacer algo», comenta Vanessa, una de las miembros del grupo de Balears. Lo que empezó como un grupo de whatsapp que colapsó por la gran cantidad de personas que se unieron, se ha convertido en una plataforma, como paso previo de constituirse en una asociación, con presencia en todas las comunidades. En Balears son ya más de 130, todas parejas de guardias civiles, aunque alguna de ellas es también madre, hermana y nuera de agentes.

Vanessa, Marisa y las dos Mónicas, miembros de Nuestro corazón por bandera. | MANU MIELNIEZUK

Vanessa, Marisa y las dos Mónicas, miembros de Nuestro corazón por bandera. / MANU MIELNIEZUK

Las peticiones de la plataforma son tan básicas como que se dote a los agentes de los medios necesarios para desempeñar su trabajo con seguridad, que se reconozca que es una profesión de riesgo o tener amparo legal cuando en una operación se ocasionan daños materiales o personales.

En Balears tienen reivindicaciones propias, como dar una solución al problema de la vivienda, especialmente grave en Eivissa. «Las casas cuarteles apenas tienen espacio para un treinta por ciento de la plantilla, y la vivienda es tan cara que nadie quiere vivir aquí, y en cuanto pueden piden un cambio de destino», explican. «El complemento por insularidad es ínfimo, faltan efectivos y faltan medios materiales». Eso obliga a muchos guardias a pagar de su bolsillo artículos como botas o chalecos antibalas.

Dejan claro que su asociación es apolítica, porque «a los guardias no les han atendido ninguno de los partidos que han gobernado».

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