Un año de la Ley Trans: «Se vendió que en cuatro meses tendríamos el DNI con el nombre y sexo correctos, y es una ficción»

366 días después de la entrada en vigor de la norma, Aurora Montemayor sigue sin su documento de identidad actualizado: «Hay miedo de que los políticos den un paso atrás y tengo prisa por tenerlo»

Aurora Montemayor posa para esta entrevista en los jardines de Diario de Mallorca.

Aurora Montemayor posa para esta entrevista en los jardines de Diario de Mallorca.

Nair Cuéllar

Nair Cuéllar

Se cumple el primer aniversario de la entrada en vigor de la Ley para la Igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, más conocida como Ley Trans. Una norma que tensionó al Gobierno central de coalición, abrió una brecha en el movimiento feminista y permitió a las personas trans ser reconocidas de forma oficial, a partir de los 16 años, según su identidad sin tener que pasar por ningún requisito médico.

Eso en la teoría. En la práctica es una realidad que va con retraso, al menos en Baleares, según pone de manifiesto Aurora Montemayor, quien denuncia que «se vendió que en cuatro meses tendríamos el DNI con el nombre y sexo correctos, y es una ficción, porque yo voy a conseguirlo exactamente un año y seis días después, y eso que me puse con los trámites nada más salir la ley», asegura.

Poéticamente, será el próximo 8M, Día Internacional de la Mujer, cuando Aurora pueda disfrutar «al final, del ansiado» documento.

La joven ilustradora cuenta que los tiempos para conseguir modificar el sexo legal en el Registro Civil para después conseguir el Documento Nacional de Identidad deseado se están dilatando mucho más de lo que se decía. «Intenté pedir cita para conseguir la solicitud desde el primer momento, y hasta que conseguí un hueco pasaron entre uno y dos meses. Después pasó el mismo tiempo para poder entregar este documento y para la cita para la ratificación, que se hace ante un fiscal, esperé siete meses», explica a este diario.

Aunque ya con la tranquilidad de vislumbrar la meta, esta palmesana de 26 años señala que quiso ser de las primeras en lograr actualizar el DNI porque «con el desmantelamiento del Ministerio de Igualdad y la irrupción de la derecha, hay la sensación de que políticamente se va a dar un paso atrás. Por eso tengo prisa por tenerlo», reconoce.

Antes de que la norma entrara en vigor, para conseguirlo las personas trans debían aportar un informe que les diagnosticara disforia de género y haber pasado dos años de hormonación. Ahora, a pesar de la dilatación de los tiempos, esos requisitos han desaparecido. «Gracias a este cambio que introduce la nueva ley me siento aliviada, porque sé que no voy a tener que preocuparme ante cualquier gestión», apunta Aurora. Y es que confiesa que «no tener el DNI cambiado añade muchas dificultades a tu vida, porque hay que dar muchas explicaciones».

Aunque años atrás Aurora ya notó que algo no encajaba, fue tras el confinamiento cuando se dio cuenta definitivamente de que era trans. «Es un proceso que psicológicamente no sabes cómo abordar», señala la joven, que admite que incluso a punto de comenzar el proceso de hormonación se preguntaba ‘¿estoy loca?’. Sin embargo, reconoce que «afortunadamente al empezar el tratamiento ves que te sientes muy bien» y las dudas se dispersan.

«Odio sobrerrepresentado»

A pesar de no contar con el apoyo de sus padres y haber sentido el rechazo de algunas amistades, Aurora se siente una mujer afortunada, ya que actualmente su entorno más cercano «me comprende» y además nunca ha tenido un problema grave por ser trans -aunque lamenta conocer a gente a la que han agredido por ello-. De hecho opina que «el odio sobre el colectivo está sobrerrepresentado», ya que -dice- «son una minoría los que actúan así».

Le consta que en los centros escolares se trabaja cada día más en este sentido y apunta que en muchas Comunidades Autónomas hay guías para educar en diversidad, aunque según le han explicado desde algunas entidades, es algo que falta en las islas «por falta de medios».

Además de en colegios e institutos, Aurora reclama que funcionarios y sanitarios tengan una formación al respecto, ya que al acudir al Registro Civil, por ejemplo, precisamente para tramitar el cambio de nombre y sexo, o al ir al centro hospitalario por el tratamiento, se dirigían a ella con el nombre que ya no le pertenece o «me hacían preguntas que denotaban falta de conocimientos».

Finalmente, se muestra contundente al criticar que la Ley Trans haya eliminado las referencias a la violencia intragénero, que el texto haya renunciado a incorporar el reconocimiento de las personas no binarias, y en este sentido, que sea una norma «tan binaria» y haya que elegir «sí o sí» entre masculino o femenino. «No transicionamos para ser mujeres y ya está, lo hacemos para ser nosotras mismas», concluye.

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