Ochenta mil mallorquines toman seis o más fármacos de forma crónica

La cifra de polimedicados crece en Mallorca un 14% en tan solo cuatro años | En Balears son hospitalizadas unas 7.500 personas cada año de las cerca de cien mil en esta situación por interacciones o problemas causados por los medicamentos

I. Olaizola

I. Olaizola

Los pacientes polimedicados no paran de crecer. Según datos facilitados por el Servei de Salut, el año pasado había tan solo en Mallorca casi ochenta mil personas (79.798) con edades superiores a los 65 que tomaban seis o más principios activos (medicamentos diferentes) de manera crónica. Esta cifra supone además un incremento del 14% frente a las 69.993 personas con esa misma cantidad de fármacos prescritos hace cuatro años, en el 2019 previo a la pandemia.

A nivel de la comunidad autónoma, la cifra de pacientes polimedicados el pasado año se eleva hasta las 98.960 personas sumando los 10.402 usuarios que tienen prescritos ese volumen de fármacos en Eivissa y Formentera y los 8.760 de Menorca.

El doctor de Atención Primaria José Manuel Valverde, que presidió el Colegio de Médicos de Balears (COMIB) de forma interina y en estos momentos, tras un breve periodo jubilado, ha sido recuperado como facultativo para realizar labores de teleasistencia (TeleAP) en la central de Infosalut Connecta, revela que las interacciones indeseadas entre varios fármacos prescritos a un mismo paciente y otros problemas relacionados con los fármacos provocan al año 300.000 ingresos hospitalarios en este país.

Esta cifra extrapolada a la población de Balears, el 2,5% del total de la nación, supondría que no menos de 7.500 residentes en las islas ingresarían en un hospital por esta problemática cada año en esta comunidad autónoma.

Valverde comienza matizando las cifras facilitadas por el Servei de Salut en lo que a la propia definición de paciente polimedicalizado se refiere. En opinión de este médico de familia aún en activo, «siendo generosos tendríamos que definir de esta manera a las personas que toman diez o más fármacos de manera crónica» y apunta que las cifras consignadas más arriba hacen referencia a esto, a usuarios del Servei de Salut que en estos momentos estarían tomando por encima de la decena de fármacos.

Hecha esta matización, el médico de cabecera añade que aparte de los ingresos hospitalarios, las interacciones negativas provocadas por los medicamentos «son incontables las consultas que generan en Atención Primaria para resolver estos problemas y el gasto farmacéutico que ocasionan».

Conforme la población se va haciendo mayor, más patologías tiene, razona. «Si eres diabético e hipertenso y tienes el colesterol alto, ya vas a tomar una o dos pastillas para cada una de esas patologías. Por eso se puede decir que la edad avanzada ya es un factor de riesgo», apunta.

Algunas condiciones físicas específicas como la insuficiencia renal o los problemas digestivos hacen que las cosas se compliquen mucho más porque, en estas situaciones, las personas son más sensibles a los medicamentos.

«Los médicos de familia somos como los directores de orquesta que controlan que sus pacientes no están tomando varios fármacos que interactúan negativamente entre ellos», defiende. Otra cosa ocurre con los pacientes con seguros médicos privados que acuden a diferentes especialistas en función de sus dolencias donde les son prescritos diferentes fármacos sin ningún control superior.

«Esto también ocurre en la sanidad pública, pero aquí entra el médico de cabecera cuya función es dirigir la orquesta para evitar que un fármaco recetado por un especialista no es incompatible o reiterativo, porque a veces vas al reumatólogo y te manda un antiinflamatorio y luego vas a un traumatólogo y te manda otro y estás tomando dos fármacos que actúan igual», lamenta.

Cambio de envases

En estos pacientes por lo general mayores también juega en contra el cambio de los envases de los fármacos genéricos que realiza la industria y cuya nueva imagen puede provocar que, sin percartarse de ello, el usuario esté tomando el mismo medicamento con diferentes presentaciones.

Aboga el doctor Valverde por hacer una «revisión» de las posibles interactuaciones negativas entre los diferentes medicamentos. «Todos los medicamentos prescritos para los factores de riesgo cardiovascular ( como el colesterol) tienen una edad en la que son útiles. Por ejemplo, a una mujer es improductivo recetarle una estatina para el colesterol antes de la menopausia porque difícilmente tendrá un infarto a esa edad. De la misma manera, a una persona mayor de 94 años ya ha pasado todas las barreras del sonido es inútil sobretratarla de cosas que ya no representan un riesgo para su salud», sostiene.

A una persona adictiva no le recetes un mórfico

El doctor Valverde alerta del problema que está surgiendo en otros países y que ya ha aparecido ocasionalmente en este de las adicciones de las personas a los fármacos para el dolor que contienen opioides (fentanilo). Y lo razona: «A una persona adicta a las benzodiacepinas, o que consume alcohol u otras drogas, no le puedes recetar un mórfico porque ya puedes prever que se va a enganchar», aconseja limitándolos a casos de dolor agudo (postoperatorios) o a pacientes en situación terminal. «Por debajo de los 40 o 45 años habría que pensárselo mucho antes de recetar un mórfico», aconseja revelando que ya hay muchas personas adictas a ellos generando un problema de salud pública.

Hay fármacos para la demencia, continúa, que son preventivos y que, por tanto, no tiene sentido prescribirlos a una persona mayor con un alzheimer ya muy desarrollado. O que para tratar el insomnio es preferible adoptar una serie de medidas como no realizar nada que te active en las últimas horas del día, no tener todas las luces encendidas o dormir con ordenadores que desprendan mucha luminosidad porque eso impide que se secrete la melatonina, la hormona del sueño, antes que toda la población esté tomando psicofármacos o hipnóticos. «No debería haber medicamentos que los tengas que tomar de por vida. Y los que lo son, como los fármacos hipertensivos o para el azúcar, hay que vigilarlos para ir revisando su efecto y su dosificación», concluye.

Suscríbete para seguir leyendo