Las personas con discapacidad no quieren quedarse fuera de la revolución tecnológica

La tecnología puede ayudar y beneficiar a las personas con discapacidad, pero además estas personas no quieren quedarse al margen de la revolución tecnológica: quieren ser también protagonistas, creadoras, experimentadoras. Que su opinión y perspectiva se tenga en cuenta al diseñar avances tecnológicos. Eso también es inclusión. Por eso, para cerrar esa brecha, Fundació Esment prepara la puesta en marcha en Palma de SALMA, un Centro Tecnológico para la Transformación Social, iniciativa pionera en España y Europa.

Pero, ¿qué es SALMA? Su responsable Pejan Martínez responde: «Un espacio dotado con una granja de impresión 3D, con zonas de testeo y validación para aplicaciones, con robótica educativa e industrial, con desarrollos de realidad virtual y aumentada, cortadoras láser, fresadoras, espacios de gaming para la socialización …». La aspiración es que sea «un centro de investigación, producción, formación, acompañamiento, tratamiento... pero por encima de todo, un centro que busca democratizar la tecnología, validar y adaptar los productos para que la tecnología que existe esté realmente al servicio de toda la sociedad».  

Además, la idea es que sea un espacio «público, conectado y abierto», que empresas, particulares, centros formativos y familias puedan usar para «conseguir que la tecnología sea para todos» y «forme parte de los proyectos sociales».

Allá podrán seguir creciendo proyectos que ya han iniciado los miembros del departamento de Tecnología y Familia en la Fundació Esment, como los moldes que han creado con impresoras 3D para bebés con problemas para mantener la postura. En definitiva, detrás de todas estas acciones relacionadas con la tecnología, está el objetivo primigenio y nuclear de la Fundació: mejorar la vida de las personas con discapacidad.