El conseller Iago Negueruela anunció en diciembre que el acuerdo con el sector de los cruceros no se limitaría a regular sus llegadas, sino que abarcaría medidas medioambientales. Se pactara «en los próximos años, o incluso en este», de forma «más ajustada, por navieras», explica la directora general de Turismo, Rosana Morillo, y en función de la capacidad del puerto de Palma de suministrar electricidad y de las características particulares en sostenibilidad de cada compañía.
Por ahora, en 2022 se reducen las escalas en el puerto de Palma un 13 %: a fecha de diciembre había previstas 518, son 76 menos que en 2019, cuando hubo 594. Entonces, llegaron 2,2 millones de cruceristas, según la Memoria de la Autoritat Portuària de BalearEs (APB) Con la crisis de la covid y la actividad mermada por estar prohibida, los pasajeros cayeron a 156.757 en 2020 y el año pasado vinieron 300.359. Desde la patronal CLIA se esgrime que su cuota de turistas representa el 8 % de los turistas que llegan Mallorca.
Alfredo Serrano, su presidente en España, declaró a este diario que «los episodios» de congestión en Palma se dan en «ciertos momentos» del verano, «haya o no» cruceros porque sus viajeros van de los muelles al aeropuerto al usar el puerto de Palma como base, o bien se distribuyen por otros destinos de la isla.
Més y Podemos tildaron de insuficiente lo pactado en Hamburgo, al igual que la Plataforma contra els Megacreuers. Esta última reclamó un límite de un crucero diario y el miércoles pasado solicitó una reunión con el conseller de Turismo. Piden explicaciones al considerar que el 24 de marzo se incumplió el acuerdo con el atraque de tres megacruceros. Morillo replica que ninguno superaba los 5.000 pasajeros, además de que uno de ellos adelantó su llegada por causas meteorológicas.
