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"Nos hace mucha ilusión volver a la mezquita este Ramadán"

El primer día de ayuno del mes sagrado para los musulmanes, una jornada para ultimar compras para la cena, en una época con el aceite de girasol, esencial para los dulces, por las nubes

Miembros de la comunidad musulmana en la mezquita de Ihsan, la noche de este sábado, en Son Goleu, en Palma. MANU MIELNIEZUK

Mariam Elkarrat acompaña a su madre, Jamaa Elwardani, en una mañana de compras en la plaza Pere Garau. Se han levantado a las cinco de la mañana para desayunar y rezar. Desde hoy toca ayuno, rutina sagrada «a la que te acostumbras». Van desfilando por los puestos de verduras y frutas exteriores en una mañana de sábado en la que está animadísima. Mucho menos que el mercado. No cabe ni un alfiler, sobre todo en el área de pescaderías. Hay ganas de abastecerse de pescado fresco. Las jornadas pasadas con los paros de transportistas en la península y el de los pescadores de la isla —más ese mala mar que se sumó a la maraña de embrollos de estos tiempos aciagos— llevan cada vez a más gente a arañar unos céntimos aquí y allá, en los mercados salvadores, para poder pagar facturas disparadas.

M.B.M. Dos mujeres esperando a ser atendidas en un puesto de fruta, en la plaza Pere Garau, en Palma. | M.B.M.

«¡Cómo han subido los precios!», dice la joven mallorquina de 23 años, estudiante de la UIB que este año ha interrumpido sus estudios de ADE (Administración de Empresas) para trabajar de administrativa en un estudio de arquitectura. «Sobre todo» notan el alza del aceite de girasol — «lo hemos comprado igualmente»—, indispensable para preparar los dulces que tomarán por la noche, después de la harira, la sopa tradicional del norte de África para la que madre e hija van haciendo acopio de los ingredientes. «Hace tres años era más difícil encontrarlos», acota Jamaa, originaria de Tánger, en una mañana soleada y ventosa. Ya llevan el cilantro, el perejil y resto de verduras, que junto con garbanzos, fideos y carne será el plato estrella de la cena familiar con la que romper el ayuno cada día.

El Ramadán empezó la noche del viernes al sábado, cuando se puso el sol y se empezó a ver el inicio de la luna creciente, «a las ocho y cuarto», relata Fracisco Javier Rodríguez, responsable de la mezquita Ihsan. Esa luna caprichosa rige el calendario musulmán.

La conmemoración empezó la noche del viernes al sábado, cuando se dejó ver la caprichosa luna creciente

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Por la zona del popular distrito de Llevant trasiega una auxiliar sanitaria marroquí con su madre. Es discreta, prefiere el anonimato, y más precavida; este año (ya sumará tres) tampoco irá a la mezquita. «Por la pandemia», se justifica. «Aquí son muy pequeñas, yo rezo en casa. Y llego muy cansada del trabajo».

Mariam y Jamaa y el resto de las mujeres de la casa tienen faena por delante: la harira y los dulces. Son ocho en casa. Faltará su hermano, taxista que estará trabajando. En ayunas.

Con los ojos sonrientes reconocen, casi al unísono, que les «hace mucha ilusión volver a la mezquita». Este Ramadán toca pasar página a la pandemia.

Toca arañar unos céntimos, aprovechando las ofertas del mercado exterior de Pere Garau. M.B.M.

CUANDO EL SOL SE PONE: LA COMUNIDAD MUSULMANA RECUPERA LOS REZOS COLECTIVOS

La comunidad musulmana acudió ayer a las mezquitas de la isla, en la imagen la de Ihsan, en la calle Regal, en Son Goleu. Unos dátiles y un poco de agua marcaron la ruptura de su ayuno y tras la oración regresaron a casa para cenar en familia y vuelta a rezar. Se estima que en Mallorca son unos 50.000. Además de marroquíes, la mayoría, argelinos, senegaleses, malienses... crecen los paquistaníes, que van trayendo a su familia y ya tienen su propia mezquita.


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