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Refugiados de Ucrania en Mallorca: El largo viaje de Sofía y Artem para huir de las bombas

Una familia de Sant Joan acoge a dos niños ucranianos que han escapado de la guerra gracias a un grupo de mallorquines: «Aunque estén en mi casa, les ha acogido el pueblo entero»

Pere Colom, Artem, Leia, Sofía y Mercè Serra. Rosa Ferriol.

Sofía y Artem, de diez y once años de edad, pasan sus primeras horas en Mallorca después de completar una odisea que les ha llevado desde Ucrania hasta Sant Joan. Primero esquivando tanques rusos y después atravesando Europa en coche, más de 2.500 kilómetros hasta desembarcar la pasada madrugada en el puerto de Alcúdia

Los dos menores han cambiado un centro de acogida cercano a Kiev, cada vez más amenazado por las bombas rusas, por un hogar en Sant Joan. «Aunque estén en mi casa, les ha acogido el pueblo entero», subrayó ayer Mercè Serra, su madre de acogida.

La guerra en Ucrania le ha tocado muy de cerca porque hace tres años vivió allí durante seis meses para recoger a su hija, una niña nacida por gestación subrogada. «Guardo muy buen recuerdo de los ucranianos. Nos ayudaron mucho y cuando vi por televisión las imágenes de los bombardeos, me impactó. En aquella época me relacioné con gente a la que acabé queriendo mucho, así que pensé en cómo podía ayudarles yo ahora», señaló Serra. 

«La mujer que gestó a mi hija es como una hermana, tenemos muy buena relación, pero ha decidido que de allí no se va a mover. Dice que tiene una granja y no va a permitir que Putin se la robe», añadió.

Serra empezó organizando una recogida de ropa, alimentos y medicinas en su propia casa. Y llegó un punto de inflexión cuando le llevó material una ucraniana que reside en Sant Joan, casada desde hace años con un payés de la localidad. Le pidió que la ayudara a traer a Mallorca a su madre y a su abuela, atrapadas en una zona especialmente castigada por los ataques rusos. «Yo tenía el contacto de Per Ells, una asociación que desde hace años gestiona la llegada de niños de la zona de Chernóbil y de Bielorrusia a Mallorca. Y su marido [Xesc Nicolau], se ofreció a ir con su furgoneta a llevar material humanitario y traerla de vuelta cargada de niños», señaló esta residente en Sant Joan.

«Publiqué en redes sociales que necesitaba ayuda para sacar de allí a dos mujeres. Y me contestó una alemana que intentaba rescatar a gente mayor y del colectivo LGTBI. Me dijo que justo le quedaban dos plazas en un coche. Habían conseguido un conductor que les tenía que llevar a Viena, pero al ser un hombre en edad de combatir no le dejaron pasar la frontera. Así que tuvieron que coger un autobús que las llevó hasta Cracovia, y de allí en avión a Mallorca. Salieron un martes de su casa y no aterrizaron en Palma hasta el pasado viernes», subrayó Serra. 

Aunque la madre y la abuela de la mujer de Nicolau ya estaba a salvo, decidió continuar adelante con su plan de conducir hasta la frontera para recoger a los niños. Convenció a un amigo y, bajo la supervisión de Per Ells y en compañía de otros mallorquines, condujo hasta un punto de la frontera con Hungría en el que esperaban una veintena de niños, Sofía y Artem entre ellos. 

«Bajaron del barco sonriendo y abrazando a todo el mundo. Me buscaron enseguida y el niño me ofreció unas galletas», contó Serra sobre aquel primer encuentro. «Se hacen la cama, retiran la mesa y cuidan de mi hija Leia», expresó Serra. Han dejado atrás un país en guerra y una huida que incluyó un trayecto de diez kilómetros a pie esquivando tanques rusos y tiroteos.

Ahora los dos niños son «la atracción» de un pueblo, Sant Joan, que se ha solidarizado con la familia de acogida donando ropa y hasta dinero. «Ahora nuestra prioridad es escolarizarlos cuando se pueda», indicó Serra. 

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