«Al comienzo de la pandemia los pacientes solo acudían a los centros de salud cuando no podían más porque tenían pánico de venir a ellos. Nos encontrábamos con neumonías bilaterales y pacientes que apenas podían respirar. Y cuando les decíamos que teníamos que ingresarlos en un hospital, ellos identificaban inmediatamente este traslado con la muerte y se negaban a ir».

Quien suscribe este desgarrador testimonio muy ilustrativo de lo que aconteció en los centros de salud al inicio de la pandemia, cuando todo era desconocimiento e incertidumbre, es Isabel Orlandis, médica de cabecera del centro de salud de Andratx que, junto a su compañero lucense Lorenzo Armenteros, desgranó el difícil rol que le tocó asumir a la Atención Primaria al comienzo de esta crisis sanitaria en el marco del XXVII Congreso de Medicina General y de Familia que celebra estos días en Palma la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Mal equipados para hacer frente a un virus tan contagioso -Orlandis reveló que tuvieron que recurrir a los monos que los empleados de una empresa de jardinería utilizaban para fumigar-, la médica de familia admitía el miedo de los pacientes a acudir a las consultas porque «nosotros podíamos ser una vía de contagio para ellos».

Y es que, según cifras facilitadas por los dos facultativos, hasta el pasado mes de abril se podían contabilizar 118 facultativos muertos por la covid-19 así como otros 90.000 sanitarios infectados durante esta pandemia.

El 89,9% de las asistencias

Por su parte, el doctor Armenteros esgrimió otro dato para demostrar que el nivel asistencial en el que trabaja soportó la mayor carga asistencial de esta crisis: El 89,9% de los 3,9 millones de personas afectadas por la enfermedad infecciosa en todo el país fueron atendidos por los diferentes dispositivos de la Atención Primaria. Y este dato le sirvió para concluir que «el sistema sanitario hubiera hecho crack sin nosotros, la atención especializada no lo hubiera podido soportar. Contuvimos la avalancha de pacientes que hubieran desbordado a la atención hospitalaria».

Ahora que ambos profesionales están recuperando una atención presencial que ya añoraban, admiten que esta pandemia ya ha pasado factura en el control de los pacientes crónicos y los cribados preventivos porque se priorizó la actividad asistencial sobre la prevención de la enfermedad. Y ahora que retornan reclaman que se les libere de tareas administrativas que pueden llegar a consumir el 35% de su tiempo para consultas.