En el Govern coexisten dos almas sobre la gestión de la pandemia, el brazo político que amparó la creación del semáforo covid, y el grupo científico que descree de criterios semafóricos fijos y preestablecidos. Hasta la fecha se ha impuesto el criterio de los expertos, por última vez en la ampliación del toque de queda implantado ayer. En la batalla decisiva de las fiestas, los asesores insisten en que no les temblará el pulso para situar a Mallorca en el riesgo extremo, donde la isla ya se ha precipitado por sus datos de nuevos contagios. «Venga o no Navidad, si se ha de aplicar el nivel 4, se aplica». Esta radicalización del abordaje de la pandemia en territorio mallorquín será imprescindible «si las cifras no mejoran de forma suficiente con las medidas actuales». Es previsible que la vertiente política no apueste por determinaciones tan radicales.

Sin prejuzgar la evolución muy negativa de la pandemia, los expertos consideran que ahora mismo no existe en Mallorca el «riesgo extremo», pese a los contagios disparados que ayer colocaban a la isla con 273 casos por cada cien mil habitantes durante las dos últimas semanas. Se aduce que los indicadores asistenciales centrados en ingresos hospitalarios y camas de UCI se mantienen en niveles moderados aunque al alza.

Sin embargo, la presentación a finales de noviembre del semáforo covid centraba su efectividad en una asignación automática de los colores de acuerdo con la incidencia acumulada de contagios. De hecho, la rama política del Govern pretendía ajustar los cambios de nivel, en la escala de riesgo creciente de 0 a 4, atendiendo a coeficientes invariables. Los expertos impusieron sus criterios de una valoración semafórica interpretable.

«No nos queremos ceñir a unos números», resume la postura científica que devalúa la utilidad del semáforo en los términos en que fue introducido. Una vez triturados los datos, se someten «a una interpretación de lo que hay que hacer», con la salvedad adicional de las divergencias entre los distintos expertos. «Cada uno de nosotros tiene sus propios criterios, y consensuamos la toma de decisiones».

En esta línea, el adelanto del toque de queda se inscribiría en el método científico de «prueba y error». En Mallorca se aplica con este semiconfinamiento la estrategia adoptada finalmente en Eivissa, después de intentos menos afortunados de confinamientos parciales en Vila y Sant Antoni. «Los datos ibicencos han mejorado hasta el punto de que hoy supera a todas las demás islas». Se considera que las dos horas entre la diez y medianoche multiplican el riesgo de las celebraciones festivas que se sitúan en la raíz de la difusión de la pandemia. En caso de que la situación empeore o se estanque, «no descartamos el nivel 4 en Mallorca para las fiestas».

La calculada ambigüedad en el diseño del semáforo fue obviada en su presentación, pero queda patente en la publicación en el Boletín Oficial de los acuerdos del Consell de Govern que traducían a números la situación epidemiológica de Mallorca. La adjudicación a la isla del nivel tres que rige actualmente se efectúa sin aportar ni un solo razonamiento que justifique la atribución, y lo mismo sucede con el resto del archipiélago.

El texto trasladado al boletín ni siquiera mantiene inviolable el plazo de quince días para un eventual cambio de nivel, porque «se puede prorrogar, ampliar o reducir». De hecho, el toque de queda a las diez anunciado el miércoles por Armengol es una medida correspondiente al nivel 4, introducida con calzador una semana antes de lo anunciado. Estos movimientos en acordeón desvirtúan la imagen que se intentó trasladar, de un semáforo con vocación de faro predecible sobre las restricciones asociadas a la pandemia.

La volubilidad del semáforo balear es compartida por el artefacto español que lo inspira, pero queda muy lejos de la claridad meridiana del semáforo covid aprobado por la Unión Europea. Aquí se otorga el patrón oro a la incidencia acumulada de nuevos contagios, para proceder a un cambio de luces predecible.

El alma científica del Govern muestra firmeza, pero no queda claro que la componente política calculara las durísimas medidas contempladas en el nivel cuatro, que impide cualquier reunión y vacía los restaurantes.