El Club Marítimo Molinar de Llevant perderá los amarres de sus socios en el Port Petit con el concurso público del presidente de la Autoridad Portuaria, Joan Gual de Torrella, detenido ayer por presuntas licitaciones ilegales en el organismo que gobierna. La entidad centenaria estudia optar a la convocatoria "con el objetivo de salvar los amarres de quienes han estado en el puerto toda la vida", en palabras del presidente de la nueva junta gestora del club, Francisco Muñoz. Las bases del certamen, publicadas en el BOE del pasado 16 de julio, no hablan de que la futura concesionaria deba asumir a los socios, por lo que tendrán que buscar un lugar donde ubicar las embarcaciones si los pantalanes al final acaban privatizados. El proyecto estrella del responsable de la APB, que ayer fue interrogado por la guardi aCivil por la presunta corrupción a lo largo de su mandato, culminará con una licitación muy criticada por el Club del Molinar.

La segunda entidad marítima más antigua de España presentó una concurrencia de proyectos para continuar en el barrio, a la que "solo se podían presentar los clubes náuticos, no marinas con ánimo de lucro", según explicó Muñoz. Sin embargo, Gual eligió un concurso abierto a cualquier empresa, por lo que se reducen enormemente las posibilidades del Club, ya que ganará "la oferta más ventajosa", como se puede leer en las bases.

No obstante, intentarán "por todos los medios" presentarse, pese a ser una entidad pequeña. Un problema añadido es que la convocatoria saca a concurso de forma conjunta los 4.133 metros cuadrados de espejo de agua y los 627 de superficie en tierra, donde está la terraza y el edificio, que debe ser destinado a restaurante. "Hubiéramos preferido que la oferta de ambos espacios fuese separada, debido a que no somos restauradores y no es bueno tener que depender del alquiler de otro negocio, pero si no nos queda más remedio, buscaremos a alguien interesado en este proyecto", tal como avanzó Muñoz.

Sus dos objetivos, incidió, son "lograr que los socios que estaban en el Molinar puedan volver y que este club salga a flote y continúe navegando. De lo contrario, será el final de la entidad marítima más antigua de Balears, como la desaparición de tantos comercios emblemáticos". La nueva junta gestora también pretende "que se olviden los enfrentamientos del pasado y aportar ideas por el bien del puerto. Los que estamos ahora no somos los de antes", concluyó el presidente en funciones.

Pulso Gual-Vallespir

Se refiere al pulso constante que mantuvieron su antecesor en la junta, Rafael Vallespir, y Gual de Torrella desde que este último apostó por la construcción del Port Petit a cargo de la Autoridad Portuaria frente a los proyectos de un macropuerto defendidos por la anterior directiva del Club. Las trabas para impedir las necesarias obras de remodelación fueron continuas y retrasaron su inicio, primero al no acatar las órdenes de cierre del restaurante en varias ocasiones y, después, al no sacar las embarcaciones para empezar los trabajos. Los incumplimientos han supuesto sanciones por valor de 235.000 euros, que tendrán que desembolsar los socios.

Las obras están en su fase final y, casualmente, ayer el Club tenía que entregar a la APB las llaves de las instalaciones temporales que han ocupado durante casi un año y medio. Sin embargo, se topó con la sede del organismo portuario clausurada debido a la operación anticorrupción por el presunto amaño de concesiones.