Admirador de los conejos en la chistera, el obispo de Mallorca está ultimando estos días un nuevo gobierno para la Iglesia de Mallorca, en el que prime su protagonismo a la vez que se rodea de caras nuevas, y la gran sorpresa: laicos por vez primera al mando de la diócesis. Sebastià Taltavull quiere además romper moldes incorporando a mujeres en el órgano de decisión de la diócesis, una medida que encuentra aún reticencias internas pero que el prelado piensa llevar a cabo, en línea con sus postulados aperturistas.

Taltavull ha decidido renovar su Consejo Episcopal tras varios años de falta de sintonía con al menos la mitad de sus miembros, lo que ha abocado a la inacción. La marcha de por lo menos cinco de sus actuales ocho integrantes es la comidilla en ambientes eclesiásticos: Salen el hasta hace poco vicario general, Antoni Vera, y el vicario episcopal responsable de los colegios diocesanos, Miquel Gual; el primero, tras haber sido relevado por Josep Adrover -y que entrará por tanto ahora en el consejo-, y el segundo por razones de edad. Más polémica encierra la renuncia de Eugeni Rodríguez (párroco de Sóller) y de Nadal Bernat (responsable de patrimonio y relaciones institucionales), achacada unánimente en ambientes clericales a su postura crítica con la gestión de monseñor Taltavull. Algunas fuentes incluyen también la marcha por díscolo de Jaume Estela, que ha pasado recientemente de ser el rector de facto del Seminario mayor a plenipotenciario "para quitárselo de encima"; por el contrario, otros presbíteros ven un ascenso en el nombramiento, "en un cargo así el obispo solo pone a alguien de su confianza".

Del equipo inicial con el que Taltavull se estrenó en noviembre de 2017, solo quedarían el prior de Lluc, Marià Gastalver -su gran apoyo y persona de confianza-, el religioso felipense Antoni Cañellas y el párroco de Pollença, Francesc Vicens, si bien algunos apuntan también a su renuncia. Más que desavenencias personales, el desencuentro vendría por el lamento de los curas activos y con formación ante la falta de un proyecto diocesano.

Aunque el obispo guarda un fiel hermetismo, ha trascendido la incorporación al nuevo Consejo Episcopal del rector de Manacor, Antoni Amorós, un cura también como Taltavull en la senda del Papa Francisco. Su fichaje está causando asombro entre parte del clero, ya que Taltavull lo recupera después de que su antecesor, monseñor Javier Salinas, le destituyera diplomáticamente a finales de 2013 como ecónomo (encargado de las cuentas) diocesano. Amorós también había sido nombrado rector del Seminario y no llegó siquiera a estrenarse.

Otro de los hombres fuertes del obispo será el actual ecónomo, Miquel Noguera, quien ya en su día marcó un hito al ser el primer laico en la historia en tomar el control del dinero de la Iglesia mallorquina, y ahora ha concentrado mucho poder. Además del citado Josep Adrover, Amorós y Noguera se sumarán a nombres que por ahora aún se desconocen; se apunta en todo caso a perfiles neutros, pues el prelado es poco amigo de compartir el papel principal. "Se siente cómodo con la comparsa, sin que nadie le cuestione", le afea un cura apesadumbrado por "cómo estamos yendo a pique del todo".

El obispo llevaba tiempo intentando un gobierno diocesano con laicos y especialmente mujeres, con el que pretende potenciar su sello progresista. Sus planes chocaban de entrada con el férreo canonismo vaticano, pero Taltavull parece haber encontrado la fórmula para burlarlo y constituir un Consejo Episcopal paralelo. Los capellanes más tradicionales ya muestran su recelo a ser gobernados por feligreses sin alzacuellos. El prelado, quien últimamente ha incrementado su presencia mediática con políticos, es ampliamente criticado por hacer grandes anuncios que al final no plasma en hechos. Lleva meses anunciando el cierre de parroquias en pro de comunidades más vivas, o la delegación en seglares de roles hoy sacerdotales. "Pero de momento no ha hecho nada, y en lugar de solucionar nuestros males endémicos se preocupa más por cuánta gente le ha mirado en IB3", se lamenta otro capellán "decepcionado" con Taltavull.