Elena Sanchez ya vivía en la frontera de la pobreza junto con su marido y sus dos hijos. Originarios de un pueblo de Extremadura, se dedicaban "a la chatarra y a la venta ambulante". A finales del pasado año decidieron aprovechar el ofrecimiento de un amigo que reside en Mallorca para hacer las maletas y continuar con su actividad aquí, siempre con la promesa de un futuro mejor.

"Todo fue bien hasta que pasó todo esto. Nos daba para alimentarnos, vestirnos e ir tirando. Pero cuando nos obligaron a confinarnos se acabó nuestro medio de subsistencia", lamenta Sánchez.

Entonces no les quedó más remedio que acudir a pedir la ayuda de Càritas. "Nos hemos visto realmente mal. Parece que poco a poco todo va volviendo a la normalidad, pero no sé cómo irá a partir de ahora. Nosotros volveremos a la chatarra y a la venta ambulante, que es lo que nos toca, pero si no se arregla pronto nuestra situación, volveremos a Extremadura", subrayó esta mujer.