—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿El esclavismo en Mallorca se remonta a la antigüedad?

—Sí, hubo esclavismo con las colonias fenicias y cartaginesas, lo cual no quiere decir que los indígenas de Mallorca fueran esclavistas. También lo hubo con Roma y Bizancio.

—¿Aquellos esclavos dejaron herederos actuales?

—Sin duda alguna. Muchas familias mallorquinas descienden de esclavos negros, por encima de la media peninsular, y lo llevan con secretismo.

—¿De qué época descienden?

—Hasta el siglo XVIII, descienden de los antiguos esclavos. Han perdido la memoria, pero conservan algunos rasgos, aunque pueden desaparecer después de cuatro generaciones de mestizajes y no siempre son evidentes, como el pelo rizado. Se ecuentran en la zona oriental de la isla, de Manacor en adelante.

—Y habla usted de esclavos más recientes.

—Otra vía son los esclavos que volvieron de Cuba y Puerto Rico con ascendentes africanos, en fechas más recientes. Los trajeron consigo los secuestradores de esclavos, que los presentaban oficialmente bajo el disfraz de criados porque el esclavismo estaba mal visto socialmente. Llevaban los apellidos de quienes les secuestraron.

—Y las familias de estos "secuestradores" ocultan su ascendiente.

—Seguro, seguro. Saben que sus antepasados tuvieron negocios esclavistas. También Sóller fue una escala importante en el tráfico internacional.

—Sabemos que estamos a orillas de África, pero no nos gusta recordarlo.

—Correctísimo, es un estigma social. Hay muchos mitos asociados a lo africano, como el salvajismo o el atraso. Europa se construye a base de negar a África.

—¿Alguna experiencia personal de racismo?

—Hombre, desde luego. Las familias pudientes de Mallorca repiten lamentablemente las pautas de la época colonial. El trato al servicio doméstico deja mucho que desear, porque los consideran inferiores y se da un altísimo nivel de abuso que llega al secuestro de pasaportes. Y España debe más a los inmigrantes que viceversa.

—No logro sentirme culpable de lo que hicieron mis antepasados.

—Culpable, no, pero sí responsable. Porque el nivel de vida de los europeos, y particularmente de determinadas familias, procede de ahí. Europa es lo que es por su rapiña del resto del mundo, por la colonización. Así que no te culpabilices por tus abuelos, pero haz algo para cambiarlo.

—¿Y si África la fastidiaron los africanos?

—Esa percepción equivale a culpabilizar a la mujer de su situación. Claro que hay mujeres machistas, pero el sistema del machismo está gobernado por hombres. También hay dictadores africanos, que suelen ser títeres de Occidente, pero el que tiene más poder ha de asumir una responsabilidad superior. Y cualquier gran país europeo es más rico que toda África.

—Nos prohíben escribir que una mafia de la droga es nigeriana, aunque esté compuesta por nigerianos.

—Conozco Nigeria bastante bien. Tiene más de doscientos millones de habitantes, ha lanzado dos satélites al espacio, proyecta un AVE, ha construido decenas de aeropuertos y cuenta con medio centenar de canales televisivos. Y sí, allí hay mafias como en cualquier otro lugar del mundo, lo cual no impide que sea una pujante potencia africana, llena de posibilidades. También ha habido mucho mafioso español, en construcción y en política.

—La economista zambiana Dambisa Moyo está contra la ayuda exterior a África.

—La mayor parte de la ayuda exterior a África no ha servido para nada, o solo para perpetuar las relaciones de dominación. África tiene la condiciones ideales para avanzar, pero está atenazada por el colonialismo mental.

—¿Hay que integrarse?

—Está mal planteado, forma parte de la metodología de la Europa que se cree superior. Ningún país europeo ha estado integrado. Además de que el paso siguiente es el intregrismo, con el que comparte etimología. Lo que se necesita es respeto entre las diferentes comunidades.

—Ada Colau pensaba como usted, y ahora la tenemos persiguiendo a los manteros.

—Los discursos cambian mucho según la posición de una persona y sus intereses a proteger. Yo hablo libremente.

—Y pretende rebajar la autoestima de los mallorquines.

—Pretendo que se deje de mentir en historia, aportar un granito de arena para construir un relato más realista. Un negro no ha llegado aquí, no somos invasores. Hay que poner el dedo en la llaga para curar la herida.