Dos años después de que un grupo de jóvenes de la organización independentista y feminista Arran (las juventudes de la CUP) protestaran en el Moll Vell de Palma con bengalas y botes de humo contra el turismo de masas, un testigo ha declarado que existió riesgo por la concentración. La fiscalía, que apenas ha participado en la instrucción del caso, estudia si formula acusación contra algunos de los investigados.

El testigo depuso recientemente en el juzgado de instrucción dos de Palma, que investiga el caso. Según esta persona, dueño de un yate amarrado en un pantalán, la protesta conllevó peligro por el uso de botes de humo y bengalas.

Por el contrario, otros testigos han señalado que la manifestación no entrañó ningún riesgo ni para las personas, ni para las cosas.

Tras la declaración de esta persona y la práctica fallida de unas pruebas para confirmar o desmentir que uno de los investigados se hallase, a la hora de la protesta, en otro lugar, la fiscalía estudia si pide el archivo o lleva a juicio a alguno de los jóvenes.

La causa contra los doce simpatizantes de la entidad soberanista catalana y feminista se abrió tras recibirse en el juzgado un atestado de la Brigada de Información de la Policía, donde se apuntaba la posible comisión de los delitos de desórdenes públicos, amenazas y daños a un restaurante.

La mayoría de los encausados han negado su participación en la concentración y algunos aseguran que ese día estaban fuera de la isla o de Palma.

Las defensas, ejercidas por Gloria Olmos y Josep de Luis, pedirán el archivo y argumentarán que la Policía erró al identificar a la mayoría de los imputados. También se alegará que con ocasión de la protesta ni se alteró el orden público, ni se amenazó a nadie, ni se causaron daños en el restaurante.

Tan solo uno de los jóvenes ha ratificado su presencia en el Moll de la Llotja, dado que fue identificado por la Policía al final del acto. La Policía identificó a los imputados gracias al testimonio de personas que estaban en yates atracados en la zona y de empleados del restaurante. Este establecimiento tuvo que tirar a la basura comida y bebida que estaba en las mesas y que desechó por el humo y los confetis arrojados por los manifestantes.

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