El año pasado se realizaron pruebas auditivas a 10.284 niños recién nacidos en esta comunidad que arrojaron un total de 14 diagnósticos precoces de sordera. Y en los últimos cinco años se han realizado estas pruebas a un total de 52.622 neonatos con 61 diagnósticos positivos de audición deficiente.

Esta labor es fundamental, tal y como explica la otorrina Carme Medà, responsable del programa de detección precoz de la sordera infantil, para obtener mejores resultados escolares y de integración con los niños nacidos con esta deficiencia.

"Los tres primeros años de vida son los de mayor plasticidad cerebral y neuronal y podemos trabajar con mejores resultados el área de audición y lenguaje del niño", explica."Por eso, en este departamento, nos hemos marcado unos límites que consideramos que no se deben traspasar. A los tres meses de vida todo niño nacido en las islas debe estar diagnosticado de sordera y a los seis meses, como máximo, debe haber iniciado el tratamiento", delimita.

La otorrina ofrece datos estadísticos. El 58% de los diagnósticos determinan que el recién nacido tiene una sordera bilateral (en ambos oídos) y el 42% restante una hipoacusia unilateral de un solo oído que, pese a ser menos grave, sí aconseja ya a hablar con su centro escolar para que ese niño sea ubicado en las primeras filas para que pueda escuchar mejor, explica la doctora Medà. Asimismo, añade la especialista, el 42% de las sorderas diagnosticadas son severas profundas y el 58% moderadas. Las primeras, aclara, van asociadas a la sordera bilateral.

"Lo normal es que a estos niños se les ponga una prótesis y queden en manos de un logopeda porque, en caso contrario, no desarrollan el lenguaje oral y sin él no hay desarrollo de la inteligencia. Y gracias a estos tratamientos, entre el 90 y el 95% de ellos hacen hoy en día la misma vida que cualquier otro niño, es decir, pueden asistir a escuelas estándares e incluso ir a la Universidad, algo impensable en épocas pretéritas", destaca. Comenzando desde el principio, la doctora Medà explica que esta prueba se realiza a todos los recién nacidos antes de que reciban el alta hospitalaria. "Y a los que nacen en sus casas se les pide a sus padres que los traigan para el test", añade la especialista resaltando que se trata de una prueba "muy sencilla" y "objetiva", esto es, que no depende de lo que diga el paciente, que es una máquina la que determina cuál es el nivel de audición.

Líquido amniótico en el oído

"Si no pasa esta primera prueba, se repite a los ocho días o, a lo sumo, dentro del primer mes de vida del neonato porque el diagnóstico inicial de sordera puede haber estado provocado por una acumulación de líquido amniótico en el oído o, simplemente, porque el niño estaba intranquilo durante la prueba", continúa explicando el procedimiento habitual.

Por norma general, el 93% de los niños explorados pasan la prueba satisfactoriamente mientras que siete de cada diez bebés del 7% que deben someterse a este segundo test lo hace en esta nueva oportunidad, revela Medà que, simplificando, señala que el 98,03% de los niños pasan el cribaje mientras que el 1,97% son remitidos para un segundo diagnóstico. "En las islas, la incidencia de sordera neonatal es de entre 1,5 y 3 casos por cada mil recién nacidos", detalla.

Sobre los tratamientos que reciben estos niños, la otorrina recalca que las prótesis auditivas y el logopeda están indicados para todos ellos. "En los casos de sordera profunda suelen ser necesarios, además del logopeda, los implantes cocleares que requieren de cirugía para su colocación. Se trata de una prótesis con una parte externa y otra interna. Se coloca un electrodo en la parte interna del oído que estimula directamente el nervio auditivo para que el niño pueda oir", explica la especialista.

La doctora Medà recuerda que el logopeda es fundamental para el normal desarrollo educativo de estos niños incluso en etapas avanzadas como el Bachillerato.

Diagnósticos más tardíos

Este cribaje neonatal comenzó en las islas de manera selectiva en el año 1998 antes de que un decreto-ley de 2004 lo estableciera de manera obligatoria. "En los años 2005 y 2006 la cobertura de estos programas de detección precoz ya era del cien por cien", se congratula una otorrina que, revela, antes de que estos cribajes estuvieran en marcha, los diagnósticos de sordera infantil se producían a los dos años y media de edad del menor, cuando su recuperación era ya mucho más complicada.

"Ahora es otra historia. Estos programas requieren una inversión que no es nada comparada con lo que retornan porque integramos a personas que pueden llevar una vida normal, trabajar, formar una familia? Todo lo que se puede hacer hoy en día por ellos", concluye esta especialista, que deja una puerta abierta a su futura curación gracias a los avances que se están consiguiendo con las investigaciones en curso con las células madre. "Además, se ha avanzado mucho con las prótesis digitales que tienen muchas más posibilidades de programación y, por ejemplo, incluso permiten estudiar a estos niños música, materia que tiene muchas más frecuencias", concluye la doctora Medà.