El aeropuerto es un corazón que no para de bombear y que se vuelve taquicárdico según avanza el verano (con riesgo de infarto para la isla, según denuncian los activistas). Son Sant Joan asumió ayer el ecuador de julio (momento de actividad punta con 4.120 vuelos previstos en tres días) con el alivio de haber dejado atrás la huelga de controladores franceses. "Fue el infierno, ahora casi nos aburrimos", decían ayer en Información.

Los taxistas admitían que la temporada es buena, pero recordaban su reclamación: que vuelva la Policía Local, por seguridad y para controlar a los taxis pirata. "Campan a sus anchas", denunciaban Rebeca y Vicenç mientras esperaban para cargar clientes.

Justi, de León, abandonaba ayer la isla tras pasar una semana en Can Picafort. Decía no haber tenido sensación de masificación, pero sí la tuvo el año pasado en El Arenal: "Demasiada gente, demasiado ruido... un desmadre".

Marc viajaba a Barcelona y lamentó no haber llegado a tiempo (por poco) al descuento del 75%. Le acompañó su hermano Joan, que mostró su sorpresa porque la planta cuarta del aparcamiento ahora sea el 'parking preferente': "No saben qué inventarse".