Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Análisis

Angustia en la Mallorca real

La primera burbuja hizo imposible comprar una vivienda y la segunda, alquilarla. El ladrillo marca el ritmo de una isla que se divide en dos bandos: los ahogados por la hipoteca y los ahogados por el alquiler. Todos residentes, por supuesto. Turistas y extranjeros disfrutan de su parque temático con la complicidad de un Govern que superado el ecuador de la legislatura sigue desentrañando el significado del concepto 'emergencia habitacional'.

En la Mallorca real quienes no pueden aspirar a comprar una vivienda en propiedad a un precio disparatado se ven empujados a pagar un alquiler disparatado. Es la Mallorca donde la baldosa de estudio de treinta metros cuadrados en un entresuelo sale por un ojo de la cara y tiene fecha de caducidad. En mayo todos fuera porque en algún sitio tienen que dormir los turistas.

El angustioso peregrinaje en busca de techo a un precio asequible es ya un fenómeno masivo pese a que el Govern prometió que con su ley turística aflorarían miles de pisos ofrecidos ilegalmente al arrendamiento vacacionalcon su ley turística aflorarían miles de pisos ofrecidos ilegalmente al arrendamiento vacacional. Son los mismos visionarios que antes negaron la saturación y ahora tuercen el gesto cuando escuchan la palabra burbuja.

Tranquilidad. Hay en marcha una Ley de Vivienda que, dicen, pondrá orden en esta selva en la que los bancos disfrutan de la habitual impunidad. Tienen miles de pisos vacíos repartidos por toda la isla que prefieren vender a fondos buitre antes que cederlos para alquiler social. El redactado del proyecto de ley les obligará a hacerlo, pero creer que este Govern les forzará a cumplirlo supone todo un acto de fe.

Da igual. Cuando el Parlament apruebe la ley el alquiler ya habrá subido otro diez por ciento y el PP estará a punto de gobernar.

Compartir el artículo

stats