No ha dado la vuelta al mundo en sus 896 días de Govern, pero está hecho todo un Willy Fog (o Phileas Fogg, si prefieren la versión original del personaje de Julio Verne). José Ramón Bauzá se ha convertido en los últimos meses en el president balear más viajero, un excursionista de la política tan dado a la maleta, el puente aéreo y la hamburguesa precocida de franquicia aeroportuaria que rara resulta la semana en la que no gobierna las islas desde fuera de ellas, como constatan sus 97 escapadas en 128 semanas de poder.

Es perfecto ejemplo la que hoy concluye, marcada por un debate interruptus, el del estado de la autonomía: la cita parlamentaria más ruidosa del curso dura un día y medio, pero aún así empezó el martes y acabó el viernes. Bauzá se llevó su gobierno itinerante a Bruselas el miércoles y el jueves. Claro está que la fecha de la cumbre europea del mes no la puso un político que, como demuestran los peores presupuestos del Estado de la historia autonómica balear, no influye ni en los ministros a los que visita cada quince días, pero la escapada bastó para que la socialista Francina Armengol describiese a Bauzá como el president más viajero.

¿Lo es? Pues con el promedio de viajes que lleva, sí. Aunque por poco: Bauzá ha protagonizado una expedición cada 9,2 días, cuando Francesc Antich hacía una cada 9,4 en su segundo mandato. La inmensa mayoría de las 97 escapadas que acumula el president y pagan los baleares son citas de trabajo institucional y ascensión personal por los pasillos del poder nacional, aunque no faltan las fiestas de su partido, las excursiones lúdicas para ver a Nadal en Roland Garros, ni las sesiones de foto y masaje en foros normalmente de la derecha mediática de la ciudad del mundo que más visita: Madrid. Su Madrid. La ciudad del chotis y su Real. La que le vio nacer y le ve volver dos veces al mes.

El president va tanto a la capital de Ana Botella y su relaxing cup of café con leche que se lo pone fácil a quienes le acusan de tener como único objetivo hacer carrera por los ministerios que conducen a Moncloa. Basta un hecho para desnudar sus afectos (o sus desvelos por influir en Madrid en pro de Balears, dicen los suyos): Bauzá se acerca más a la corte madrileña que a Menorca y Eivissa... juntas. De sus 78 viajes nacionales, apenas 32 le llevaron a Menorca, Eivissa y Formentera (Cabrera solo la pisa si va la Reina a echar tortugas). Mientras tanto otras 46 expediciones le ponían en la península, casi siempre en Madrid, Madrid, Madrid, claro, con excepciones patrióticas en forma de visita a la Compostela del Santiago Apóstol de España o citas con la historia del reino como el Bicentenario en Cádiz de la Constitución de 1812 (y que viva la Pepa).

Al president errante y quizá errático le gusta tanto despertar lejos de las protestas educativas de su isla que cada vez lo hace más. Su frecuencia viajera se ha multiplicado en el último año, una casualidad como otra cualquiera. Que viajar es un placer exento de oposición, mareas verdes multitudinarias y líos fármaco-judiciales, factores que sin duda no tienen nada que ver con el hecho de que Bauzá haya roto la tradición de los presidentes occidentales de huir de sus gobernados solo a partir de la segunda legislatura. El president no ha esperado tanto para aburrirse de sus dominios: este año ha hecho más viajes fuera de Europa que Antich en su segundo mandato.

A un océano del TIL

Porque al del PP le ha dado la fiebre internacional en los últimos meses. Antes apenas salía a las ferias turísticas de Londres y Berlín, con algún salto esporádico a los pasillos del poder europeo, pero desde que hace un año metió a su Govern en un maletín rumbo a Suiza, Bauzá ha paseado el cargo que ejerce por teléfono por Rabat, Casablanca, Berlín, Londres, Moscú, Stuttgart, Estrasburgo, Uruguay, México, Chile, Argentina y California. Sin olvidarse de dar un garbeo por las gradas de Roland Garros, que el president considera que "Nadal es el mejor embajador de Balears", pero, por si alguien no conoce a Rafa o al tío Nadal que le incendió el TIL al PP, ya va el president a darle empaque a la foto.

Como antes viajaba Antich, ojo, que en vez de colgarse de un escolta y dos acompañantes como Bauzá se llevaba a cinco y dos guardias. Y luego se escapaba a Wimbledon o a ver la motos en el circuito de Cheste. Aunque comparar a Bauzá el expansivo con Antich el introspectivo es tan extraño como exigir conocimiento a la única consellera de Educación que suspendería la prueba del informe Pisa (Trepitja, según ella). A diferencia de Bauzá, el socialista, alérgico a perder de vista su gallinero de Algaida, iba de viaje solo a rastras, arrancado de la quietud de su isla dentro de la isla por un gabinete repleto de amantes de los viajes.

Quizá por ello iban tantos, para que Antich se sintiese en casa. Un ejemplo: el único senador nacional en Algaida se llevó a la feria de Berlín de 2010 a tanto líder patronal, sindical y vecinal -por allí andaban Lorenzo Bravo (UGT), Katiana Vicens (CC.OO.) y Josep Oliver (CAEB)- que los vuelos y alojamientos de propios y extraños le costaron más a los contribuyentes que toda una semana de viaje de Bauzá a la California de Junípero Serra. Fueron 26.000 euros de tres días en Berlín frente a 20.000 de una semana en Estados Unidos.

Y eso que Bauzá, como solía Antich, se llevó cámara y fotógrafo para que le sacaran guapo detrás de Letizia Ortiz y su príncipe de Borbón. Solo que el socialista, además, subía al carro pagado por todos a sindicalistas, líderes de asociación, figurantes empresariales y periodistas de cada medio. Ahí empieza a explicarse el brutal recorte aplicado al presupuesto de viajes por Bauzá sin dejar de viajar: el president trotamundos funde de media 2.536 euros por incursión, la mitad de los que promedió Antich en sus 156 escarceos extramallorquines. Por eso Bauzá ha gastado en viajes 246.000 euros, mientras su predecesor liquidó 784.000 en sus cuatro años de viajes multitudinarios. Muchos euros. Aunque no tantos si se da credibilidad a la leyenda que cuenta que la isla ascendió un metro sobre el nivel del mar por el volumen de representantes público evacuados durante los viajes de presentación de la cúpula de Barceló en París y de la candidatura de la Tramuntana a Patrimonio de la Humanidad. La sierra y el pintor destacan a Mallorca en el mismo mapamundi que ahora Willy Fog Bauzá recorre entero.