­El 27 de noviembre de 2004, un eufórico Jaume Matas era reelegido presidente del PP balear, en el XI congreso del partido. Un año antes había recuperado el Govern, después del cuatrienio del primer Pacto de Progreso, por lo que la euforia reinaba en las filas ´populares´. Todo volvía a estar en su sitio.

Contagiados por semejante entusiasmo, el entonces presidente del PP estatal en la oposición, Mariano Rajoy, y el exministro Eduardo Zaplana, pusieron a Matas de ejemplo a seguir durante la clausura del congreso regional del partido. "Vamos a intentar hacer en España lo que Jaume y todos vosotros hicisteis en Balears", arengó Rajoy en Palma a un público entregado, añadiendo que el archipiélago "no tuvo suerte a lo largo de algunos años [por el Govern del Pacto], pero ahora se recupera porque tiene a un presidente serio, y un gobierno mejor que el Gobierno de España", comandado por Zapatero.

Ocho años después, ese "presidente serio" está condenado por corrupto a 6 años de prisión -pendiente de que el Supremo sea más generoso-, y aún le aguardan multitud de juicios. En cuanto al Govern inmejorable, su imagen ya de por sí lastrada después del rosario de casos de prevaricación y malversación de fondos públicos de los últimos años, acaba de hundirse aún más en el lodo tras el estallido del caso Over Marketing.

Confesión

Lo que "Jaume hizo en Balears" para reconquistar el poder en 2003, y que tanto elogiaba Rajoy, lo acabamos de conocer con las revelaciones del empresario Daniel Mercado ante el juez José Castro y a la Fiscalía Anticorrupción. El dueño de Over Marketing, la agencia que hizo la campaña electoral de Matas en 2003 y 2007, reconoce que financió ilegalmente al PP balear con dinero obtenido de contratos de diversas conselleries. Lejos de hablar de capítulos aislados, los investigadores se refieren a un auténtico entramado para esquilmar las arcas públicas. Junto a Matas, el poderoso hombre fuerte del PP balear, José María Rodríguez, podría verse ahora en un serio aprieto por este asunto.

La declaración judicial de Mercado constituye un auténtico viaje a las alcantarillas de la administración autonómica, en la misma legislatura en cuya superficie afloraban autopistas, la carretera de Manacor o el metro de Palma, grandes obras con las que PP y UM pretendían sellar el cuatrienio de las infraestructuras.

"Existía el acuerdo con el señor Jaume Matas de que parte de los gastos electorales que se debían cobrar en negro y no se cobraron quedarían compensados con el volumen de adjudicaciones de contratos públicos que se me prometieron, y de hecho así sucedió", declaró el empresario Mercado el pasado 27 de octubre. Multitud de gastos del PP balear los "acabó pagando el contribuyente", remacha su dura confesión el empresario, para lamento de los ciudadanos de estas islas.

El supuesto desvío de fondos públicos a la agencia Over Marketing se añade al serial de prácticas deleznables en esta Comunidad Autónoma que ya han salido a la luz. Entre los antecedentes más sonados, destaca el caso Scala, cuyos 18 acusados la Audiencia de Palma juzgará del 8 de abril al 21 de mayo del año que viene, y entre los que figura el exconseller de Comercio e Industria Josep Juan Cardona. La Fiscalía Anticorrupción reclama 21 años de cárcel para Cardona, así como diversas penas carcelarias para otras 17 personas por desviar unos 7 millones de euros públicos. El Ministerio Público habla de una trama de corrupción en el Govern, iniciada en 2003 y descubierta por una auditoría en 2007, presuntamente dirigida por Cardona.

Los intentos de la cúpula del PP de entonces de poner en duda la veracidad de las acusaciones quedó neutralizado con una escena para la historia: la Policía desenterrando una lata de Cola Cao en el jardín de la exgerente del consorcio ultrajado, Antònia Ordinas, y que contenía unos 200.000 euros. Los hechos se imponían.

La lata de Cola Cao se convirtió en el icono de la corrupción en Balears, y solo la fuerza de otra imagen logró desbancarla el año pasado: El duque de Palma, Iñaki Urdangarin, compareciendo ante el juez para explicar por qué cobró 1,2 millones de euros a través del Instituto Nóos para organizar unos foros de turismo y deportes entre 2005 y 2006 sin justificantes que den soporte a tamaño coste.

Quién hubiera dicho que el caso Palma Arena, iniciado para dirimir cómo el velódromo palmesano pasó de estar presupuestado en 48 millones de euros a costar unos 110, terminaría sentando al yerno del rey ante la Justicia. En el ranking de imputados, Urdangarin desplazó al expresidente Matas, aunque su suerte judicial va pareja desde entonces.

La relevancia social de ambos protagonistas ha relegado a un segundo nivel un serial de casos por corrupción igualmente vergonzosos. Mientras Matas y más de la mitad de sus consellers se dedicaban a labores tan poco encomiables como se va destapando, en el ayuntamiento de Palma su hombre fuerte, Javier Rodrigo de Santos, se dedicaba a pagar sus dispendios en clubes de alterne y otros gastos particulares con una tarjeta de crédito municipal, más de 50.000 euros en total. Fue condenado por ello, pero si está en la cárcel es por otro motivo, el abuso sexual de varios adolescentes.

Otro protegido de Matas, Damià Vidal, se afanó entre 2003 y 2007 a echar mano también de la tarjeta de crédito pública para desviar más de medio millón de euros del consorcio Bitel, que dirigía, a su bolsillo. En otro consorcio del Govern, Turismo Joven, el ex director general de Juventud del Govern Matas, Juan Francisco Gálvez, y el exgerente del mismo, Damià Amengual, se costeaban presuntamente gastos privados con dinero del organismo público. Amengual también pasará a la historia por haber declarado ante el juez instructor que lo de comer langosta a menudo con cargo al Govern le parecía algo "normal".

Punto de inflexión

Sin olvidar el caso Andratx, que marcó un antes y un después en la lucha anticorrupción en esta Comunidad, ni el caso Ópera -el faraónico proyecto con firma del arquitecto Santiago Calatrava con el que Matas pretendía perpetuare en el Consolat en 2007-, la sucesión de escándalos en la última legislatura del expresidente del PP obliga también a girar la vista al Consell de Mallorca. Porque si el Govern de Matas merece muchos calificativos menos el de honroso, el gobierno insular durante décadas en manos de Unió Mallorquina, otro tanto.

Maria Antònia Munar y su delfín Miquel Nadal se erigieron en auténticos amos de la isla, capaces de doblegar a la izquierda y a la derecha con tal de estar en el poder. Hoy ambos también están condenados por corruptos. Los casos Can Domenge, Ayudas, Maquillaje, Voltor, Inestur, Peaje... permiten pensar en el Consell como una plataforma exclusivamente al servicio de UM&cía., donde no se escatimaban los recursos públicos para sostener la red clientelar de votantes que mantenía a Munar y los suyos en el poder.

Con ex cargos de alto nivel entre rejas, y otros a punto de estarlo, a día de hoy ni las cúpulas del PP ni de la extinta UM han pedido disculpas a la ciudadanía por la grave ristra de despropósitos. Oficialmente, los partidos siguen defendiendo que la corrupción en sus filas es un hecho aislado, y que solo cabe hablar de individuos corruptos, nunca de trama orquestada a nivel de formación. Pero los hechos son tozudos, y el sumario del último caso en estallar, el de Over Marketing, permiten concluir que más que gobernar, en la legislatura 2003-2007 los políticos tenían otras prioridades.