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Cómo evitar que te estrangulen con el fonendoscopio

Dos profesionales forman a médicos de Primaria y de Urgencias de Balears para evitar o reconducir agresiones sanitarias

Un simple fonendoscopio (aparato acústico usado en medicina para la auscultación o para oír los sonidos internos del cuerpo humano) colgado en el cuello del médico puede convertirse en una peligrosa y efectiva arma para un paciente ofuscado, que puede usarlo para intentar estrangular al facultativo objeto de su ira.

La imagen puede resultar graciosa, siempre que no seas el médico al que tu propia herramienta de trabajo está cortando la respiración. Lo que desde luego no es una imagen inusual. En España ya se han producido entre siete y ocho agresiones a médicos usando el fonendoscopio que tenían colgado al cuello.

Cómo evitar estas agresiones o intentar reconducirlas cuando el tono verbal o el lenguaje corporal del paciente van dando síntomas de que puede degenerar en una explosión de violencia es el objetivo del curso de Autoprotección Integral para el Personal Sanitario (AIPS) que el próximo 11 de mayo impartirán en Palma dos profesionales en la materia venidos de Barcelona.

El curso está financiado por Laboratorios Menarini y va dirigido a médicos de Atención Primaria y de Urgencias. Consta de 5 módulos de cuatro horas lectivas de duración cada uno. Y si el año pasado ya se impartió el primero de estos módulos, en éste se dará el segundo para los participantes del 2010 y un primer nivel para nuevos interesados.

El matrimonio formado por Alex Esteve, especialista en autoprotección y seguridad, y Vanessa Adán, enfermera, son los creadores de este sistema AIPS que se creó en 2006 gracias a una investigación internacional desarrollada por los dos colectivos implicados, el sanitario y el del mundo de la seguridad.

"Desde octubre de 2007 ya se empezó a impartir en las universidades de Cataluña, tanto para los estudiantes de carrera como en postgrado. En Balears estos cursos, subvencionados por Laboratorios Menarini, están dirigidos exclusivamente a médicos de Atención Primaria y de Urgencias y el año pasado ya hicieron el primer módulo 20 facultativos que el próximo 11 de mayo podrán completar un segundo módulo al tiempo que se impartirá un cursillo inicial a nuevos interesados", explicó la monitora Vanessa Adán, que señaló que también trabajan para Osakidetza, servicio sanitario público vasco, y con los hospitales de San Pablo, de Barcelona y de Granollers en Cataluña.

"De la misma manera que ahora a los estudiantes de Medicina se les enseña nociones de ergonomía para saber mover a sus pacientes sin riesgo de padecer lesiones musculares, también se les tendría que formar para hacer frente a las agresiones cada vez más comunes en el ámbito sanitario", estimó la monitora.

Y es que la violencia ejercida contra el colectivo sanitario es cada vez más frecuente. En los últimos años se están dando más casos aunque se trata de un aumento que Vanessa Adán no atribuyó a la crisis económica y a los recortes presupuestarios que, como en Balears, han generalizado que no se sustituyan a los profesionales de Atención Primaria durante los cinco primeros días de baja o de vacaciones, asumiendo sus pacientes los compañeros que siguen trabajando.

"No, simplemente se trata de que la sociedad es cada vez más violenta. Y esto se puede comprobar en todos los ámbitos. Desde el centro de salud a las escuelas o la calle. También han proliferado los casos conocidos de violencia contra los profesionales sanitarios porque ahora éstos denuncian más las agresiones, ya no piensan como antes que estas situaciones entraban dentro del paquete de su profesión", opinó la monitora, para quien el endurecimento legal contra estos actos –en algunas comunidades, entre ellas Balears, ya hay jurisprudencia que califica estas agresiones como un delito de atentado contra la autoridad, circunstancia que comporta mayores penas y sanciones a los que las protagonizan–es una buena herramienta para combatir estas actitudes intolerables. "Es una lástima que sólo se aplique en el ámbito de la sanidad pública y se excluya a las clínicas privadas", lamentó.

Pese a que descartó la mayor presión asistencial sobre los facultativos con motivo de los recortes presupuestarios como uno de los desencadenantes de la proliferación de agresiones, la enfermera enumeró las tres causas principales de éstas: el tiempo de espera que soporta el paciente, la no aceptación de demandas inadecuadas de éste por parte del facultativo y la no aceptación del diagnóstico emitido por el profesional.

"Ahora, con internet, mucha gente acude a la consulta del médico convencida de que sabe qué es lo que padece. Y un diagnóstico contrario puede provocar una reacción airada", pormenorizó Adán.

Sobre qué enseñan a los médicos en estos cursos, la monitora respondió con un genérico "saber manejar la situación. El objetivo principal es que sepan identificar las situaciones de violencia para prevenirlas o evitarlas o, si no pueden hacerlo, reconducirlas para evitar que lleguen a un grado de agresión física".

Zafarse del ataque

El método AIPS no enseña artes marciales ni defensa personal a los facultativos, pero sí "habilidades físicas basadas en la biomecánica del cuerpo humano para que los médicos puedan zafarse de un intento de agresión, cómo desequilibrar a una persona violenta y poder huir, por ejemplo. Porque no se trata de repeler una agresión con otra. No es ésta la función de los profesionales sanitarios", matizó la responsable de estos cursos.

También enseñan como colocar el mobiliario asistencial. "En el 90% de las consultas el facultativo tiene la salida cortada por los propios pacientes. Y esto se puede evitar con una simple recolocación de la mesa de trabajo y los objetos que están sobre ella o que, como el fonendoscopio, porta el propio facultativo. Desde luego que les recomendamos que es mejor que lo lleven en un bolsillo de la bata", reveló Vanessa Adán.

En definitiva, el método AIPS enseña a mantener el control mental en situaciones de crisis, a evitar que el facultativo se quede bloqueado. Y a no perder de vista al acompañante del paciente, el autor del 30% de las agresiones.

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